Es verdad, los senderos se bifurcan, nos lo dijo el ermitaño entre
cascabeles y espesuras. El blanco y el vacío, la apariencia de los cuerpos y el
espacio, son la fiebre y el delirio: nada
queda, nada fue. Eso somos, un silencio parecido, el sueño, el éxtasis, una
vibración universal. Es la pugna por llegar y regresar a lo que fuimos, un
silencio oscuro del que no se evade el tiempo. Una vida es el lamento del
regreso: al fuego, al silencio de las piedras. No es un tiempo recobrado, son
cenizas que se juntan bajo el peso de los remolinos y se dejan ir por la
corriente, o por la brisa.
en Alicia en la carretera, 2018
Pintura: Snow, de Theodor Kittelsen
No hay comentarios.:
Publicar un comentario