Volvemos a casa por el viejo sendero,
apartando las ramas de los árboles.
El río murmura una oración de felicidad.
Lo escuchamos a unos metros de la puerta,
la emoción nos suelta de las manos.
Una suave brisa recorre el jardín de las rosas.
Nos volvemos a encontrar, tras años de ausencia,
habiendo llegado al final de este sendero.
Entramos en la casa y abrimos las ventanas
para seguir oyendo aquella música celeste.
Siglo
VIII
en
Poesía de la antigua china
(Antología), 1956
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