La mitad de mi alma respira todavía; pero la otra mitad
si el Amor o la Muerte la han raptado, no sé: no me aparece.
¿Se habrá ido otra vez en busca de muchachos? A menudo
lo prohibí: — No recibáis, chicos, a esa fugitiva.
Pero busca a Teótimo. Porque ella, la perdida de amor,
— habrá que lapidarla— a su lado bien sé que se dirige.
en Antología de poesía erótica griega, 2000
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