viernes, junio 28, 2019

«Los azares del destino de Lord Jim», de Jaime Valdivieso




(1929-2019)


Ahora me doy cuenta que el hombre
está hecho de huesos carne y
la sangre de la incertidumbre,
capitán Marlow.

No es el alma lo que existe
es el peso de lo
que no sabemos que somos.

Y el destino
¿qué es el destino?
sino la suerte o la fatalidad
que no dependen de nosotros.

¿Por qué estoy aquí, delante
de usted?
en esta noche en que las estrellas
y la inmensidad no son
nada, nada, nada
ante la incógnita de algo
que no logramos aclarar.

¿Qué me sucedió aquella noche
maldita cuando salté hacia el bote
sabiendo que el barco se hundía
se hundía irremediablemente
en un mar en calma
con toda su carga de peregrinos?

¿Qué hacía yo allí a salvo
con tres miserables
ávidos sólo de salvar
sus miserables vidas?

Dudé si volver al momento
en que la última luz desaparecía
y con ella la vida de todos
sus hombres, mujeres y niños.

Sin embargo, no fue así
el barco no se hundió,
Usted lo sabe mejor que yo,
y desde entonces ando a la deriva
náufrago de mí mismo y sin horizonte,
escarnio de los hombres del
mar donde quiera que vaya
sin atreverme a volver a casa
cargando una vergüenza
sin sentirme culpable
y sin poder justificarme.

Yo que deseaba hacer del mar
el mejor escenario del heroísmo
y de los más ardientes sueños.

No quiero morir sin
alcanzar una inasible redención
que busco sin saber dónde,
una muerte que me haga digno
de mi mismo y limpie
más allá de los hombres
mi vida y la febril esperanza
perdida en un mar en calma
para escarnio de sus héroes.




en Rostros de la escritura, 2004
















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