Viajando con nostalgia y el viento del oeste,
el polvo de mi carro se eleva hasta
las nubes vespertinas. Las últimas cigarras
zumban sobre hojas amarillas.
En el ocaso, la sombra de un hombre se alza
como una montaña. Uno por uno,
los pájaros vuelan a su rama. Yo vago
sin rumbo, nunca voy a casa. Me paro
en la orilla de un riachuelo y envidio al
pescador, ahí sentado, a solas,
a gusto con sus elegantes pensamientos.
en
El barco de orquídeas (Antología),
2007
Versión
de Carlos Almonte
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