Recuperando la última
palabra y sin aliento,
recibimos el
vaivén,
las olas,
la primera que
revierte el grito
de una especie de
planicie
que se mueve en
forma de serpiente.
Cansada, ella mira
hacia la luz que viene del oriente,
agotada de la vida
extraña
de tanta huida
de tanta fútil palabra
que no regresa y
vuelve
que se va hacia el
sur.
Me estrecha en ese
ojo triste,
expulsa y purga
años, décadas,
hombres y mujeres,
y cae, caemos, nos
ahogamos
en un espacio negro
e infinito
que no para de expulsar
oraciones sin sentido.
Refugiados entre
brazos
nos dormimos,
apenas,
sin saber
sin recordar
sin más imagen que
esa pluma incómoda
que vuela hacia el
agua envuelta en furia
en espuma violenta,
marchita quizás.
en Desierto
al sur, 1956
Ilustración: Aguada de tinta de Alexandra
Zamorano
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