Versión de Juan Carlos Villavicencio
El viento del oeste ha soplado sólo unos pocos días;
sin embargo, la primera hoja ya voló desde aquel árbol.
Camino con mis zapatos más livianos por los senderos todavía secos;
al primer frío me pusé mi abrigo más mullido.
A través de acequias poco profundas el diluvio se desvanece;
a través de dispersos bambúes fluye una luz que se inclina.
Cuado comienza a atardecer, por un callejón de musgo verde,
el niño jardinero guía las grullas hasta casa.
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