domingo, octubre 22, 2017

Entrevista a Federico Luppi, de Fernanda Iglesias




(1936-2017)



A Federico Luppi la vejez lo encuentra sin trabajo, desganado y con pocos recursos económicos. Salvo una película que filmó en Entre Ríos, no tiene proyectos en televisión o en teatro. Viaja en colectivo y dejó su departamento de Recoleta para mudarse a un PH en Villa Crespo porque no le alcanzaba para pagar las expensas. Su mujer, la actriz española Susana Hornos, lo acompaña incondicionalmente. Incluso se resignó a no tener hijos por pedido de su esposo.

¿En qué anda?
Bueno, mirá: este año no fue un año bueno para mí.

¿Qué pasó?
Estuve en En Terapia el año pasado, hice una cosa muy linda, me llamó gente de Aptra para decirme: “Tenés asegurado este año?” Y no me dieron ni bola. No quiero caer en el facilismo de culpabilizar a nadie, pero yo creo que está pasando algo que tiene que ver con el momento político. Están las cosas muy enfrentadas en términos ideológicos y hay un hecho que es real: el 90% de las buenas producciones de televisión, están en manos de gente que está alineada con el Grupo Clarín. Entonces, es natural que trabajen con gente que no plantea conflictos de ningún tipo. Dicho esto, debo decir que el anteaño pasado trabajé en Pol-ka y me trataron muy, pero muy bien.

Es muy difícil armar un elenco con actores que no apoyen al Gobierno, casi todos los hacen.
En mi gremio hay mucho panquequísmo. Hay mucho temor porque es un gremio de desocupados parciales permanentes.

¿Y todas esas producciones que se hacen con el apoyo del INCAA? ¿No lo convocaron?
Hice uno, sí. Me convocó la Universidad del Litoral, de Santa Fe. También estaba Miguel Angel Solá y Leonora Balcarce. Y lo están pasando ahora, regionalmente.

¿Y el cine?
He tenido un montón de proyectos en España y fueron pinchándose por la crisis de allá, que es horripilante. Y aquí, bueno, no fue un año para una gran sonrisa. Está muy caro Buenos Aires.

Muy caro, ¿no?
Sí. Tomarse un taxi es una extracción a punta de pistola. Por eso yo viajo en colectivo.

¿Están instalados en Buenos Aires con tu mujer?
Yo vine de España para hacer la película Cuestión de principios, con Rodrigo Grande, allá en Rosario. Y me salió una cosa de televisión en ese momento. Y me quedé. Me dio pena porque yo estaba muy enganchado con España: la pasé muy bien. Allá me recuperé del corralito, empecé a comer todos los días, tuve otra vez un lugar para mi oficio, me fue bien.

¿Ahí conociste a tu mujer?
Ya la conocía. Pero cuando nos fuimos a España, en 2001, nos casamos. Y ahí pasamos todo juntos. Me gusta mucho Madrid... Aprendí a comer en Madrid. Yo soy hijo de carnicero y había comido carne toda mi vida. Y allá descubrí la verdura, el pescado, los platos regionales. Tenía unos cines cerca de mi casa que eran estupendos, cómodos...

¿Tiene ganas de volver?
Me gustaría porque hay un montón de cosas que dejé allá, gente amiga valiosa. Pero ahora soy un peón golondrina: voy donde está el trabajo.

¿Qué proyectos tiene?
Ninguno. Filmé hace poco una película, Gonzalo, con Daniel Aráoz, mi mujer y Sofía Gala.

¿Le gusta Sofía Gala?
Me pareció muy atractiva, la conocí por esta película. Es modosita. Me dio la impresión de que no tiene los flecos medios locos de Moria. Tiene una linda cara, un rostro muy atractivo. Pues sin ser bella en el sentido clásico, es media femenina, es “hembrita”.

¿Lo preocupa no tener trabajo?
No es que me preocupa. Obviamente no estoy en la cresta de la ola como hace 15 años, comienzo a ser lentamente un dinosaurio, un superviviente.

¿Piensa en retirarse?
Me gustaría, pero... ¿cómo hago? La única vez que pude hacer un paquete importante fue cuando trabajé en México, Perú y España. Y me reventó la vida Cavallo. Yo no lo cuento a menudo porque parece una especie de novela de joven pobre, pero fue un desfalco espantoso, de la mañana a la noche yo no tuve ni casa, ni auto, ni un mango. Tenía que levantarme todos los días a las seis de la mañana para ir a hacer cola frente al Banco Francés para que me dieran 100 dólares por semana de mi plata. Bueno, no sabés lo que he puteado, lo que me he enloquecido en los bancos, a riesgo de que me metieran en cana.

¿Les hizo juicio?
Sí, sí. Del Banco Galicia me devolvieron 30 mil dólares, y del Boston me llamaron a los nueve años y me dieron 50 mil dólares. Yo tenía 200 mil. “¿Y el resto?”, pregunté. “Olvídelo”, me dijeron. Yo siempre digo que más allá de las dificultades reales, nosotros, yo personalmente, he contribuido a todo eso con mi profunda ingenuidad. He hecho cosas de boludo, como tanta gente: he votado a gente que no tendría que haber votado.

¿A quién?
El gran fracaso de mi vida fue Alfonsín. Nunca vi un presidente dedicado toda su vida a la política que renuncie diciendo: “No supe, no quise o no pude”.

¿Y De la Rúa?
Ahí es el país que me hace pensar. Digo: ¿por qué nosotros, en una especie de caos genérico más o menos numeroso, caímos en esa estupidez de votar a un tipo que es francamente incompetente? Yo lo voté pero, ¿sabés por qué lo voté? Porque también he sido un boludo.

¿Y qué fue lo que lo acercó al gobierno de Cristina Kirchner?
No es que sean perfectos y que hayan descubierto el engrudo, pero por lo menos están intentando una política de Estado y en lo que sí me he convencido de jovato es que sin Estado no hay República. Y la economía en la Argentina nunca estuvo como ahora, nunca jamás.

Recién hablábamos que está todo muy caro...
Pero una cosa es que haya una economía totalmente craquelada y fallida, y otra cosa es que haya dificultades. Han inventado tres cosas que son realmente nefastas y deshonestas. Primero, que esta política ha dividido. Y la política no divide a nadie, los intereses dividen. La política es un hermoso invento de la democracia, nos permite compartir un país, una calle, esta mesa.

La política, no. Dicen que este Gobierno divide.
Claro, ¿pero quién dice eso? Los que creen que hacen la política que no les conviene a ellos. Caemos en ese infantilismo groserísimo de Stolbizer y Alfonsín haciendo “Argen-Tina”. Dan vergüenza ajena, gente dedicada a la política que sean tan groseros, tan simplistas y tan carentes de ilustración política. Ricardo Alfonsín, que se crió en una familia de políticos, no puede ser tan mendaz, tan estúpido, tan torpe. ¿Puede ser? Sí, lo es.

¿Cristina no te desilusionó aún?
No, no. ¿Qué esperan, un país sin conflictos?

Sin conflictos, no. Sin corrupción.
¿Pero está demostrada la corrupción? No se pudo demostrar ninguna.

Hay bastantes pruebas, hay testigos.
¿Dónde están, dónde están? ¿En el programa de Lanata? No, mamita, perdoname. Vos sos una periodista en serio, tratame seriamente. Que vaya a la Justicia a presentar las pruebas. Después de Alfonsín, de Illía, de Frondizi, de la Meijide, de Chacho Álvarez y de De la Rúa, ¿querés que me crea eso? No, mami, no.

Usted también fue acusado en televisión de varias cosas.
Y lo curioso es que a ningún panelista se le ocurrió decir: “Perdoname una cosa, esto que decís de Luppi, ¿tenés pruebas? ¿Hay un fiscal, un abogado, un comisario, una foto, un testigo?” Dan por sentado, doblaron la apuesta. ¿Y por qué fue?

¿Por qué?
Porque yo, harto de toda esta vida que te he comentado, un día la escuché a Mirtha Legrand decir una de las cosas más bestialmente soeces que he escuchado en mi vida. Ingrid Betancour le explicaba la dificultad de pacificar Colombia y Mirtha dijo: “¿Y por qué Estados Unidos no invade y termina con el problema?” Hay que ser hija de puta, hay que ser realmente hija de puta. No se puede ser tan impune, tan sinvergüenza y tan, tan leve.

Usted se enoja mucho.
¿Sabés qué pasa? Esta bronca que a veces me sale es justamente porque estoy pagando el precio de las enormes porciones de ingenuidad que he cometido.

¿Usted era radical?
No, radical no. Pero en mi familia son todos radicales, mis tíos en Córdoba han sido funcionarios políticos de los gobiernos de Molina, han sido vicegobernadores. Entonces, bueno, tenía una especie de coloratura familiar que me empujaba para ese lado.

Siempre estuvo muy involucrado, ¿no?
Sí, sí, sí, sí.

¿Se arrepiente de eso?
Me he equivocado mucho, he filmado papeles en momentos que no era fácil filmarlos. Me lo pedían los montos, o me lo pedía un grupo de exiliados, qué sé yo. Pero no me arrepiento. Porque tenía que ver con lo que yo consideraba una causa justa.

Y entonces, su reflexión es que se agarra broncas por esto...
Y porque veo que hay una suerte de permiso sideral, un vale tutti que es francamente ofensivo y agresivo tontamente.

¿Cómo qué?
Por ejemplo, si yo estoy hablando de política, hablemos de política. Política quiere decir entendamos cómo es la situación ahora en el país, de dónde venimos, qué está pasando, a dónde vamos, qué pasa en el mundo. Hay que hablar en serio y ofrecer argumentos más o menos creíbles, y adultos. No se puede hablar de política con la camiseta puesta, yo no tengo la camiseta puesta. Si me preguntás, yo sé que en el peronismo hay elementos que son discutibles, muchos.

¿De este Gobierno?
Sí, sí, sí.

¿Cuáles?
Bueno, yo no quiero ser Lanata.

Pero puede haber una autocrítica. Un kirchnerista también puede admitir algunos errores.
Sí, pero no soy un tipo encuadrado en el partido. No estoy en La Cámpora, no estoy en ninguna de esas cosas. Pero no soy un individuo que eliminé de mi horizonte la crítica cotidiana. Pero una cosa es la crítica porque uno cree que existe la posibilidad de que haciendo esa crítica se mejore algo, y otra cosa es la absoluta y total negatividad, donde en Argentina hoy nada anda bien. Yo soy de los tipos que, como te he comentado, uso el transporte público. Y es una mierda. Argentina tiene que recuperar, recapturar otra vez al país conectado por los trenes. Y crear una flota de aviones que conecte los lugares sin pasar por Capital. Es un país que necesita grandes esfuerzos. Hace años que escucho lo mismo, a De Mendiguren, a Méndez, a Cristiano Ratazzi, quejarse permanentemente de cómo va la industria, y la están juntando con pala.

¿Y no le parece que los Kirchner también la juntaron con pala?
Pero eso demostrado no está.

Sí, está declarado.
Pero no es que le robaron a la gente.

Pero no explicaron cómo aumentó tanto su patrimonio, como dijo Darín.
Darín me sigue pareciendo un boludo. Hay honestidades que tienen que ver con lo viril: si yo voy a tu casa, como la Presidenta lo invita a él porque ganó el Oscar, lo invita a la Casa Rosada, está dos horas con ella, ¿por qué no le dice ahí “Cristina, dígame, no habría forma de comunicar mejor este tema de los patrimonios personales, porque da mucho que hablar esto”. No, esperó dos meses para ir a hacer un reportaje a una revista del Grupo La Nación. Entonces, ¿qué sentido tiene, para qué lo hacés?

¿Usted habló con Darín?
No.

Porque él le dio la razón.
Bueno, hay que ser boludo, mamita, no tiene 14 años. Si a mí me dicen: “Andá a hablar con Obama”, no le voy a decir: “Oh, Obama, qué macanudo, usted que es negro, presidente de Estados Unidos”. No, le voy a decir: “escúcheme, Obama, usted pertenece a una minoría -aunque sean millones- que ha sido asaltada, vilipendiada, matada, estrujada, y ahora usa este poder para bombardear una nación de la que no sabe nada, ¿por qué hace eso?” Además, ¿vos te acordás de lo de los coches para discapacitados?

Darín fue sobreseído en esa causa.
Con qué facilidad decís “fue sobreseído Darín”, y con qué facilidad decís que Lanata tiene todo probado, estamos en lo mismo.

No lo digo con facilidad, yo vi todos los programas.
Bueno, pero vos te acordás que Susana escondió el coche debajo de una parva en el campo.

Sí, Susana, pero él no.
Pero él compró el coche a sabiendas de que era un coche para discapacitados y lo compró por 200 lucas menos. Está muy bien, si lo quería hacer, pero bancátela.

¿Todavía piensa que no hay dos bandos?
Pero, ¿por qué?, la pregunta es por qué. Si vos empezás diciendo, por ejemplo, como dice la yegua de Mirtha, “¿pero estaba Kirchner en el cajón?” Ese tipo de ofensa gratuita a una mujer que acaba de perder a su marido... Es un nivel de egoísmo tan ramplón, tan facilista, tan torpe, tan mezquino.

¿Usted siempre fue así, de decir lo que piensa abiertamente?
Siempre fui así y así me ha ido. No te creas que me ha ido bien. Tampoco es ninguna virtud esto. En el mundo de las buenas maneras yo siempre fui un derrotado. En todo caso, lo llené de un baño de hipocresía para que no me agredieran, pero la gente es muy cruel.

Usted tiene fama de ser una persona agresiva.
¿Y quién me hace la fama? ¿Ventura, Rial?

Su ex mujer.
¿Haydee Padilla?

Sí, ella.
Y bueno, mami, nos estamos metiendo en la olla del infierno. ¿Sabés cuándo me separé de Haydee yo? En 1978. ¿Y ahora habla de las palizas?

¿Miente?
La campaña comenzó exactamente al día siguiente que yo hice aquella crítica pública de Mirtha, arrancó en el canal de De Narváez. Y ahí empezó una tras otra.

¿Te referís también a lo de tu hijo de Uruguay?
Hay siete programas de chimentos en televisión, que se alimentan continuamente unos con otros. Empiezan a las siete de la mañana y terminan a medianoche. Yo fui a ver a mi abogado, que es un tipo de confianza, y me dijo: “Mirá, Federico, si tuvieses mucho tiempo y mucha guita, lo hacemos. Pero esto es una pérdida de tiempo, los jueces no se meten con estas cosas”.

¿Y el tema con la mujer uruguaya?
Yo tengo un hijo con ella. Dice que no le paso alimentos, y tengo un convenio firmado por alimentos.

Ella dice que usted no quiere ver al chico.
No, bueno, no lo quiero ver.

¿Por qué?
Es una estafa.

¿Una estafa?
Mamita, nos encontramos un fin de semana para coger, ¿sí? Y ella me llama un mes más tarde y me dice: “mirá, estoy embarazada”. Ella llevaba al chiquitito a la televisión y decía porquerías de mí, delante suyo. Después quiere que yo haga de padre. Es una hija de puta.

¿Cómo piensa que lo recordará el público?
No es algo que he pensado jamás. Por suerte para el ser humano existe el olvido y existe la muerte. La existencia, por suerte, está centrada únicamente en aquello que se produce día a día, el día a día que uno produce es lo que tiene sentido, aunque sea para tres o para cuatro, para cinco o para uno, nada más. Y pensar que mañana, porque gané un premio hoy, me van a considerar el mejor del año, es una tontería que tiene que ver con esta falibilidad humana que te lleva a suponerte inmortal, el genio indiscutible, el más macho, el más sabio.

Usted pasó por eso: ganó premios.
Sí, pero no especulaba con eso. Jamás he dicho: “No hay galán en el mundo como yo”.

¿Cómo se siente a punto de cumplir 80 años?
Yo siento que no puedo hacer mucho más, ¿qué voy a descubrir, el engrudo ahora? ¿Qué voy a hacer, Hamlet?

¿No hay nada que le haya quedado pendiente?
Sí, muchas cosas, hay personajes para mi edad que se pueden hacer. Pero tengo que respetar mi edad y dar lo mejor que puedo, es una edad en la que no tengo la menor posibilidad de mentir, no puedo. ¿Qué sentido tiene? Ya las metidas de pata las hice, los aciertos los hice, no tengo tampoco una exuberante expectativa del mundo que viene. Me gustaría que el país anduviera bien, de verdad, porque creo que lo merece. Pero bueno, no más que eso.

¿Se siente satisfecho con todo lo que hizo? ¿Completo, tranquilo?
A veces hago algún tipo de revisión mínima, semi autocrítica, tampoco me arranco la piel pero veo una película donde hay un chico joven. Está ahí, y digo: “Bueno, lo hubiera hecho así, lo hubiera hecho asá”, pero no hay demasiado más que eso.



en La Nación, diciembre de 2013

















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