Mi hermano Alberto cayó al pozo cuando tenía cinco años.
Fue una de esas tragedias familiares que solo alivian el tiempo
y la circunstancia de la familia numerosa.
Veinte años después mi hermano Eloy sacaba agua un día de aquel
pozo al que nadie jamás había vuelto a asomarse.
En el caldero descubrió una pequeña botella con un papel en el
interior.
«Este es un mundo como otro cualquiera», decía el mensaje.
en Albanito, amigo mío y otros relatos, 1989
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