Una noche de otoño
visito a mi amigo ermitaño.
Llegando, lo primero que
llega a mis oídos
son los hermosos acordes de
su flauta
sobre el agua que oscila
bajo el cielo
bañado en una fría luz de
luna.
Oigo oscilar en esas notas
el corazón de un bebedor.
Sus melodías retienen
cercanas nubes azules.
Nos vemos entre la
fragancia saludable
de las flores de loto
y el rocío cristalino.
En la claridad plateada
brillan nuestras túnicas
mojadas.
en
Poesía clásica china, 2001
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