miércoles, mayo 03, 2017

“Descubrimiento del vino”, de Armando Rubio






          I

Yo soy el que brinda
por el amigo muerto
bajo las pobres piedras del domingo.
Pero el vino es la savia de la noche,
la sangre del cerval recién nacido.
Brindaré por el vecino y su máscara de cera,
pero allí no estará el vino que buscaba.


          II

Yo bebí a la orilla del mar y de la noche
a la salud de los dioses y juré
que todas las palabras serían para el mar.


          V

Cuando era una paloma extraviada por el mundo,
bebí el vino sacramental de un templo antiguo:
la humareda venial de los inciensos,
el viejo vino en odre de los dioses;
pero ese no era el vino que buscaba.


          VI

Yo bebí –al otro lado de la luna-
el vino atroz que bebe el bandolero
el suicida a la orilla de la calle
bebiendo el vino inmenso de la noche
la irreductible noche de los ciervos,
y allí no estaba el vino que buscaba.


          VII

Yo buscaba un vino como una sangre nueva,
una vena de novia escandalosa,
un vino grande, grande como un cántaro,
un vino abierto, nuevo t luminoso
como la palabra pan
como la palabra vino.



en Poesía completa, 2015






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