Más allá del deseo y la quimera,
por sobre la esperanza y la vislumbre,
al lograr otra altura, nueva cumbre
en infinita sucesión me espera.
Tú has turbado, Señor, a mi remanso,
perdona si hoy aguardo nuevos dones;
más veo yo tu amor, mis ambiciones
se exaltan más y más mientras avanzo.
Ni tu rostro, Señor, ni tu alegría,
a mi alma insatisfecha y que confía,
podrían ya saciar. Nunca será harta,
hasta ser en tu Ser y que comparta
tu gloria inmarcesible, hasta que ruede
al seno de tu seno y allí quede.
en Las Estancias del Amor (Antología), 1949
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