I
Afuera en aquello oscuro
algo avanza respirando nuestras horas
asfixiando las luces como pétalos de una ciudad
donde el viento i los colores detenidos.
Ahuyentada toda sangre
los sueños atravesados por la niebla:
un mundo sin alturas o un cosmos ahora seco.
II
Las estrellas ya no marcan el rumbo
ni el mecanismo del reloj libera a las hojas de caer.
Sabemos que no hay fuga lejos
ni cometas avanzando más allá.
Los trenes han dejado de partir.
III
No hay silencio en las tinieblas sobre el mar.
Acercarse a lo que queda de fuego
donde los rostros reiteran la caída.
IV
Guardar ensangrentadas las palabras en la tierra:
Afuera hay una verdad que no es nuestra.
Amanecen nuestros ojos de colores
junto al viento renacido desde el Sur.
Aquí de pie hasta que muera la noche,
mirando nuestras huellas partir azules
por la arena de este tiempo.
Esperar la vida entera
para sentir un latido ajeno a aquello que respira,
ardiendo contra el frío impuesto desde adentro.
Sus ojos revelan un nuevo amanecer.
V
Otro sol reitera el eco de las venas:
Afuera hay una verdad que no era nuestra.
Ahora en la escritura
los colores i la niebla.
El único vacío que va quedando ajeno a nuestros sueños
en un mundo que se apaga,
en un mundo que no duerme.
Hay un silencio que detentamos sin miedo
ahora al amanecer reiteradas las miradas
i la muerte frente al mar.
Puerto Montt, febrero 2016
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