(1946-2016)
Alan Rickman es un versátil actor inglés, de formación clásica, un ex miembro de la Royal Shakespeare Company, un veterano de numerosas producciones en el West End londinense y en Broadway.
La honesta, imponente, mesurada y “maleducada” voz de Rickman lo ha hecho un memorable villano de película en Duro de Matar, como el sheriff de Nottingham en Robin Hood, príncipe de los ladrones, y como Severus Snape en toda la tirada de películas de Harry Potter. Una generación de espectadores creció oyendo a Rickman decir “Harry Pot-TER”, como si la palabra fuera algo infame que se había pegado a su zapato. Y hacía sonar su miserable capa.
El último proyecto de Rickman es un drama de época, Un poco de caos, acerca del diseño de los jardines de Versalles. Rickman interpreta a Louis XIV y dirige un reparto que incluye a Kate Winslet, Matthias Schoenaerts, y Stanley Tucci. Nos habló de la producción, su larga carrera, y cómo usar una peluca negra en las películas de Potter lo ayudó a evitar ser reconocido en la calle.
¿Cómo te involucraste en una película sobre la construcción de un jardín en Versalles?
¿Cómo en verdad? Probablemente debería ser arrestado por decir sí a un proyecto como ese que si no fuera por el hecho de que en su corazón es una sutil historia de amor de combustión lenta que necesitaba un contexto adecuado para que pudiera vivir. Eso es de lo que me di cuenta cuando la leí. Luego se convirtió en una especie de compulsión por hacerla, de verdad, porque cada vez se está tomando menos y menos tiempo en la pantalla para películas de relaciones humanas. Se necesita mucho más en estos días para meternos juntos a la cama.
¿Siempre quisiste dirigirla?
Creo que a medida que pasaba el tiempo, sí. Pasé mucho tiempo trabajando con la escritora, Alison Deegan, pero yo estaba dirigiendo en el teatro durante ese período. No estuve libre para dirigir una película hasta que terminé con las responsabilidades que conllevaba Harry Potter. Había pasado mucho tiempo con ella sólo tratando de ser un ingeniero estructural con el guión, y luego con el paso del tiempo se dio inevitablemente.
¿Qué pasó con el casting? ¿Siempre supo que quería personificar al rey Louis XIV?
¡Ciertamente no! (Risas) Mientras pasa el tiempo y se acerca el tiempo de filmar y Kate está libre y su agenda está abierta... el presupuesto estaría inmensamente agradecido si tuvieras un Louis al que no le tienes que pagar (risas).
¿Es extraña la sensación de verte a ti mismo en la pantalla, especialmente como director?
Es horrible. No tuve ninguna otra alternativa, sin embargo. Yo le decía a alguien recientemente que la vanidad sale por la ventana muy rápidamente porque tienes lo que tienes y es “¿Iluminación poco favorable? Mala suerte.” Sólo tienes que hacerlo. Trabajar con un editor es la relación más crucial de todas y tienes que ser objetivo acerca de ti mismo. Te conviertes en una especie de otra persona.
¿Te pones nota?
¿Qué harías tú? (Risas) Supongo que se trata de hablar con uno mismo. La mayoría de las escenas son de dos zurdos, muchas de ellas sólo mías con Kate hablando los dos. Si puedes creer que estás hablando el uno con el otro, entonces tienes un gran comienzo.
Después de tanto tiempo trabajando en las películas de Harry Potter, ¿estás buscando hacer algo diferente?
Hago un montón de cosas distintas todo el tiempo. Por ejemplo, mientras filmaba Harry Potter también aparecía en Private Lives en Londres en el West End y en Broadway, y estaba haciendo cosas como Sweeney Todd y Love Actually y Snow Cake y otras películas. Estaba dirigiendo teatro, además de Strindberg y una obra moderna sobre Israel y Palestina. En cierto modo, los proyectos te eligen. No sabía que estaba buscando hacer algo ambientado en el siglo XVII francés, pero sucedió.
¿Qué tal tu visibilidad después de Harry Potter? ¿Te reconocen más ahora? ¿Te gritan las personas “¡Hey, Snape!”?
Depende dónde me encuentre. Ciertamente no mucho en Inglaterra porque todo el mundo camina mirando el pavimento. Eso es un alivio (risas). Sinceramente, nunca me lo esperé, porque esa larga peluca negra es un tremendo disfraz. No sucede tan a menudo como pudieras pensar. Es una especie de gran boceto –peluca negra, ojos negros, cara pálida– comparado con verme corriendo por un taxi o lo que sea no es la imagen que la gente asocia con el personaje (risas).
¿Es eso un alivio?
Simplemente así es la realidad, me alegra decir. Significa vivir una vida normal. La vida privada es importante, y Ralph Fiennes y yo siempre nos consolamos con el hecho de que teníamos grandes disfraces en las películas por lo que hemos sido capaces de tener una vida privada. Puedo ir al supermercado, y no tengo ningún problema (risas).
Mirando hacia atrás en tu carrera, ¿cómo te sientes? ¿Está sorprendido por todo lo que has hecho?
No creo que nadie se sienta alguna vez particularmente resuelto si elegiste ser actor o director, porque siempre tienes que mirarte en el espejo. Todas las cosas que has hecho son un “entonces”, y ahora tienes que pensar “¿y ahora qué?” Tienes que seguir adelante. Cate Blanchett dijo que el asunto sobre el horizonte es que a medida que te mueves hacia allá, todo se pone más lejos. Tengo suerte de seguir trabajando, y estoy consciente del hecho de que estoy a merced de los escritores y directores y la imaginación de todos ellos. Siempre quieres ser sorprendido y no sentirte resuelto.
¿En qué estás trabajando ahora?
Bueno, yo he hecho mi contribución a la última Alicia en el país de las maravillas. Y ahora para hacer algo completamente diferente, soy la oruga otra vez (risas). Estoy en una película llamada Eye in the Sky, que es una película acerca de las responsabilidades morales que enfrentan los gobiernos en relación con el uso de drones.
Ya sabes, Shakespeare es para siempre y las CGI [Imágenes generadas por computadora] son muy recientes. ¿Cuáles son los desafíos de trabajar en películas con efectos especiales como Harry Potter o Alicia en el país de las maravillas para un actor?
Cuando estás en el set, por lo general tienes algunas líneas o algo que decir a alguien que está siendo fotografiado, y tu trabajo es hacerlo creíble, la de tener una conversación real con alguien, cualquiera sea la agenda. Usualmente, las CGI está siempre pasando tras tuyo y es un panel verde con cruces naranjas. No lo estás mirando. Estás mirando cerca de cien personas con pizarras, tras las cámaras y metros de cable y luces. En cierto modo, ese público cautivo es como estar en el teatro. Sin embargo, por más sofisticada que sea, no sabes cómo se terminará viendo. Lo que estás mirando no cambia. Es todavía un set de filmación de gente que es un poco como una audiencia, así es que realmente lo que está pasando por tu cabeza es la mismo.
en The Oregonian/OregonLive, 26 de junio 2015
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