Te
regalaré un abismo, dijo ella,
pero
de tan sutil manera que sólo lo percibirás
cuando
hayan pasado muchos años
y
estés lejos de México y de mí.
Cuando
más lo necesites lo descubrirás,
y
ese no será
el
final feliz,
pero
sí un instante de vacío y de felicidad.
Y
tal vez entonces te acuerdes de mí,
aunque
no mucho.
en Los perros románticos, 1993
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