Tú hablas español y yo hablo
italiano. ¿Inglés? No lo prefiero... ¿Y qué podemos hacer? No sé. Nada. Debo
decir que por teléfono no me gusta. No me gustan las entrevistas telefónicas.
Para hablar hay que mirarse a la cara. ¿Cuándo se estrena la película en
Argentina?
De entrada, Ettore Scola plantea una
incomodidad que inmediatamente desaparecerá al hablar de cine. El realizador,
que hace setenta años vive en Roma, se había escudado detrás del contestador
automático, en su hogar romano, hasta que dijo Pronto....
Imposible resumir en un puñado de
títulos sus logros cinematográficos (Nos habíamos amado tanto, Feos, sucios y
malos, Un día muy particular, El baile, La familia), siempre con la provocación
de un humanista nato. En su nuevo filme, Gente de Roma, confluyen ficción y un
sesgo documental para testimoniar el pulso de la ciudad.
Scola vive y trabaja en Roma desde
hace 70 años. "Porque no nací en Roma, nací en un pueblo del Sur, Trevico,
donde mi padre era médico municipal. Después, cuando yo tenía 4 años, se
trasladó a Roma. O sea que a los 4 ya estaba en Roma", arranca.
¿Cómo
es esto de trabajar con la familia, este confluir de ideas con sus hijas?
No es el primer filme que escribo
con Silvia y con Paola. Es como con otros colaboradores. No hay diferencia. Nos
conocemos, nos entendemos. Cada uno escribe una parte que después es revisada
por los otros. Por ejemplo, la Roma nocturna que yo conozco un poco menos, la
de los night clubs o los gays, ellas la conocían, y entonces escribieron esa
parte. Hay muchas discusiones, peleas. Cada uno defiende su punto de vista. Por
eso digo que es como con los colaboradores habituales, la gente con la cual
trabajé: (Ruggero) Maccari, (Furio) Scarpelli. En la escritura no hay ninguna
autoridad y ninguna jerarquía.
Ese
estilo entre documental y ficción ¿fue idea suya, piensa seguir con ese estilo?
Sí, puede ser. Tal vez es el filme
más impresionista que he hecho, porque es así. Musicalmente hablando, serían
los cuadros de una exposición. Y frente a cada cuadro trato de suscitar una
emoción distinta. Son todos cuadros independientes pero cada uno transmite al
otro, al episodio siguiente, un sentido, un significado suplementario. Sí, no
lo veo tanto como un filme en sketches, porque están ligados por Roma, que no
es sólo el argumento sino que es el alma del filme.
En
sus películas hay mucha historia política y se ve cómo un individuo intenta
sobrellevar una sociedad que le es adversa. Eso está presente en "Gente de
Roma".
Te diré que Roma está presente casi
en todas mis películas. Pero era como ambientación de la historia, o fondo de
los personajes. En cambio, quería hacer una película que fuera un retrato de
Roma, en el cual Roma fuera el personaje principal. Roma como alma, Roma como
mentalidad, como psicología.
Desde
los 60 hasta ahora, ¿hoy es más difícil hacer cine en Italia?
Es mucho más difícil. Más que para
mí que ya soy un viejo mamut, es difícil para los jóvenes. Porque no tenemos
leyes que ayuden al cine. El cine nunca les gustó a los gobiernos que fueron
sucediéndose. Este en particular que tenemos ahora, el de Berlusconi, es un
gobierno muy hostil a la cultura y sabe que el cine nunca ha sido de apoyo al poder,
al contrario, ha sido de crítica. Y, por ende, todas las atenciones van a la
televisión. Porque la televisión es controlable, puede ser usada y aprovechada
por el poder. El hombre del Gobierno es propietario de todos los canales
públicos y privados. Y aquí tampoco hay competencia televisiva, y tampoco la
información es información porque es una información en una sola dirección, no
dice nunca el punto de vista de los otros.
¿Ve
cine italiano?
Sí, cada película que sale, la veo. No
se estrenan muchas películas. Se hacen pocas y porque algunas ni siquiera
llegan a salir en salas. El 85% de las salas están ocupadas por el cine más
fuerte, el estadounidense.
¿Hay
algún cineasta joven que le guste?
No hay uno, hay muchos. Y me parece
que en estos últimos años muchos directores se han dedicado a describir Italia,
y hace diez años todos pensaban en ser autobiográficos, de ser lo más
televisibles posible. En estos últimos cinco años surgieron jóvenes de gran
talento.
En
"Gente de Roma" pone en un momento a Nanni Moretti, pero no como
realizador sino como activista. ¿Cuál es su opinión sobre el cine de Moretti?
Más que cine, Moretti ha suscitado
un movimiento de protesta hace dos o tres años contra la izquierda, que,
normalmente, como siempre, está dividida. Que trata de hacer oposición pero sin
un fuerte programa de izquierda y por ende es un movimiento, no cinematográfico,
sino político, de personas que no son de derecha, que quieren ser de izquierda
pero que no encuentran el camino de salida ni en los dirigentes, ni en los
programas.
¿Es
posible hacer cine hoy sin Vittorio, sin Marcello, sin Nino?
Cambió el cine al morir ellos.
Porque cuando no están más ni Gassman, ni Mastroianni, ni Manfredi, ni
Tognazzi, ni Sordi... En primer lugar, eran filmes con grandes protagonistas,
con grandes intérpretes y el filme se escribía ya pensando en ellos. Ahora hay
muchos actores jóvenes pero sin personalidades tan fuertes, bastante
intercambiables. Y entonces se escribe un filme y después ya se verá quién lo
interpreta. Todo eso ahora no existe, ahora son filmes corales.
¿Por
qué decidió dedicarle la película Gente de Roma a Alberto?
Porque es quizás uno de los actores
italianos más grandes que ha existido, o porque trabajé con él desde que tenía
17 años, en la radio primero y después en el cine, como guionista primero y
después como director. Había hablado con él de su participación en la película,
quería que fuera quien cerrara Gente de Roma. Pero murió antes.
Le
pido un recuerdo de Marcello. ¿Cuál fue su mejor colaboración con usted?
Marcello era una persona tan
inteligente, llena de sensibilidad. Era eso lo que hacía su característica, su
grandeza.
¿Y
si le pregunto por Vittorio?
¿Vittorio? Como Sordi, tenía una
personalidad fuerte para conocer y respetar. También él era muy inteligente,
muy dotado. Sus interpretaciones eran fuertes, mientras que las de Marcello eran
interpretaciones naturales, psicológicas, podríamos decir. Hablamos de grandes.
Todos determinaban incluso el filme que un director estaba escribiendo por sus
personalidades.
¿Vittorio
discutía con usted el guion?
Conmigo no, porque habiendo empezado
a escribir a los 16 años, escribí para todos ellos. Antes de ser director, fui
guionista durante 15 años y me conocían desde que era muchacho, y apreciaban
mis libretos. Para Vittorio escribí Il Sorpasso, después hice el Il Mattatore,
La marcha sobre Roma, o sea que la confianza era total.
Para
terminar con los actores... ¿Con Nino Manfredi en "Feos, sucios y
malos"?
Manfredi forma parte de esos cinco
Mosqueteros que hicieron grande al cine italiano. Porque la comedia italiana
que, sin duda es una comedia de palabra, de escritura, también es una comedia
de interpretación, sin ellos quizá no habría existido. Porque los filmes de
Monicelli, de Comencini, de Risi o de Scola son interpretados por esos cinco.
Es difícil distinguir una comedia italiana del aporte del escritor, del
guionista, del director, del actor.
¿Qué
extraña de ese cine?
Eso. La comedia italiana que era
hija del neorrealismo, de De Sica, de Rosellini, de Zavattini. Después llegó a
ser una comedia muy liviana, muy conciliadora, muy paisana, como Pan, amor y
fantasía, y poco a poco pasó a ser más profunda, intensa, más atenta
psicológicamente. Se transformó en una descripción de Italia y el italiano, y
que es lo que gustó en el exterior. Hoy ya no existe. El cine italiano de hoy
tiene más dificultades, no es amado ni ayudado pero puede llegar a ser, espero,
un gran cine. Pero no es un cine que cuenta a Italia.
A
Scola lo marcaron Fellini ("es mi mito") y De Sica. "Es el que
amé primero, a quien traté de imitar, de comprender. Cada vez que lo veo me
conmueve. Humberto D. y Ladrones de bicicletas son los filmes que me convencieron
de hacer películas. Mis temas son los mismos: la amistad, el amor, la
solidaridad, la historia, el tiempo que pasa. Más que filmes separados me
parece que son los capítulos de un filme único y larguísimo".
¿Cuál
es su próximo proyecto, en qué está trabajando?
Tengo un filme para hacer en París
con (Gérard) Depardieu. Espero que en Italia cambien un poco las cosas
políticas, porque el Presidente, además de los canales de televisión, es dueño
de todo el cine, de toda la distribución, no quiero trabajar con ellos. Por eso
espero. Por suerte, es una película que no envejecerá, la haré cuando sean
otras las situaciones políticas.
En
sus palabras, ¿cómo ve a Roma en el presente? ¿Cómo ve a la gente?
Es una ciudad que ahora tiene
500.000 extranjeros, extracomunitarios —chinos, indios, africanos—. También
aquí naturalmente hay hambre, soledad, aflicciones de todo tipo para los
extracomunitarios, pero no se sienten extraños, justamente por la mentalidad
romana. Porque Roma tiene una población con muchísimos defectos
—superficialidad, indiferencia, provocación, gusto por la ironía—, pero sin el
orgullo que tienen los franceses. Y si uno en París —incluso a un taxista— le
hace una crítica de París, el taxista se rebela, mientras que en Roma, si
alguien dice algo en contra de Roma, el romano agrega más cosas contra Roma. El
romano casi no ve a los extranjeros. Sabe que se irán como se fueron en dos mil
años todos los extraños que pasaron por Roma. Desde los bárbaros, los borbones,
los de Anjou, franceses, americanos, liberadores. Sabe que pasan y se van. En
cambio, el romano se queda…
en El Clarín, Argentina, 2003
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