domingo, junio 14, 2015

“No tengo una descripción laboral: nunca la he tenido”. Entrevista a Brian Eno, de Eva Millet








El que está considerado el padre de la música ambient tiene una tolerancia muy baja al ruido ambiental. Y este impera en la concurrida sala del hotel neoyorquino donde tiene lugar esta entrevista. Por ello, Brian Eno insta a cambiar de sitio y, cuando es posible hablar sin tener que levantar la voz excesivamente, empieza la charla. El músico inglés viajó a Nueva York para presentar los resultados de la Iniciativa Artística Rolex para Mentores y Discípulos, un programa cultural que organiza la conocida firma de relojes suiza y que pone en contacto a seis nombres consagrados del mundo de las artes con seis jóvenes promesas. Durante un año, Eno ha sido el maestro del músico australiano Ben Frost, una nueva estrella en el género de la electrónica.

Vestido con traje oscuro y sin corbata (su look habitual), Brian Eno luce unos fantásticos 65 años, con la cabeza pulcramente afeitada y las ideas muy claras: a los nueve años, tras ver cómo su padre, cartero de profesión, llegaba agotado a casa tras su jornada, decidió que él nunca iba a tener un trabajo corriente. Por ello, estudió arte en el Instituto Colchester de Essex, donde sus maestros le enseñaron a potenciar su creatividad y se enamoró de la pintura minimalista. Allí también empezarían sus primeros contactos con la música, a través de las lecciones que de esta materia tenían lugar en la escuela adyacente.

A principios de los 70, se unió al grupo Roxy Music como tecladista y sintetizador. Pese al éxito de la banda, Eno la abandonó poco después, debido a las desavenencias con su líder, Bryan Ferry, y porque no se sentía cómodo en el papel de estrella del glam-rock. Empezó así una larga carrera en solitario como compositor, cantante y renombrado productor: el toque Eno está en los discos de cantantes y grupos tan diversos e importantes como Paul Simon, David Bowie, Genesis, U2 y Coldplay. Hoy está considerado un visionario, ejemplo de artista polifacético y que ha tenido una influencia clave en la música moderna. Más de un crítico ha asegurado que sin sus discos y sus ideas existirían grandes lagunas en géneros como el acid house, el tecno y la música jungle.


Usted es conocido como el padre de la música ambient, un término que acuñó hace más de 20 años, cuando publicó trabajos como Music for Airports. Lo cierto es que la música está presente en cada vez más lugares… ¿Cree que esta ubicuidad se debe a que la sociedad actual teme al silencio?
Es cierto, la música está en todas partes y sin que nosotros la escojamos… Pero estamos bastante acostumbrados a ello, hemos aprendido a excluirla. Ocurre lo mismo que con la luz artificial: estamos completamente habituados a ella aunque nos asedie, algo que no parece molestar tanto a la gente en general como me molesta a mí.


Algo similar sucede con la música impuesta, a muchísima gente le molesta, pero parece que no hay elección, hay que oírla, se quiera o no…
No, no hay vuelta atrás. Uno va a tener que escoger el no oír música: antes era al revés, escogías escucharla, ahora la elección es no hacerlo. Como usted sabe, a mí me interesa mucho el hecho de que la música esté en todas partes, pero lo que me gustaría es cuidar un poco más el tipo de música que se escucha. De hecho, la razón principal de la música ambiente era decir: “Si la música va a ser ubicua, por lo menos, pensemos qué música vamos a poner”.


Su trabajo “Drums Between the Bells”, en colaboración con el poeta Rick Holland, ha sido recibido con entusiasmo por la crítica. Sin embargo, su obra no es siempre accesible para los no iniciados: ¿cómo recomienda acercarse a ella?
Bueno, para mí el contexto en el que se oye la música es el que ejerce una diferencia: si se crea un sitio en el que se dé un tipo de entrada para que se escuche esa música (como en una pista de baile, con cantidad de luces intermitentes), la gente ya entiende lo que se espera de ella. Y yo, a lo largo de mi carrera, lo que he tratado de dejar siempre muy claro al público es qué tipo de disco mío va a comprar: no me gustaría nada que esperaran un tipo determinado de canciones y se encontraran con una hora de aburrimiento ininterrumpido, por ejemplo.


Usted sugiere la entrega, la rendición total, al escuchar música. ¿Es eso lo que hace cuando compone?
Parte del proceso, del juego, cuando compongo, es ejercer el control sobre el material durante un rato y luego, dejarlo ir, mirarlo, ver cómo evoluciona... Estoy constantemente moviéndome entre esas dos posiciones.


¿Por qué aceptó ser el mentor de otro músico, Ben Frost, bajo el patrocinio de Rolex?
Creo que, históricamente, el modelo de mentor y protegido ha funcionado muy bien. Es algo que siempre se hace en algún momento de la vida. La mentoría era una versión moderna del nepotismo: tú pasabas tus conocimientos a tu sobrino o a tu hijo. He seguido los otros programas de Mentores y Discípulos y me admiraba la gente que ha participado en ellos. Eran muy interesantes, me sorprendía que una compañía relojera hiciera eso. Y, aunque yo no uso reloj, estamos hablando de una firma relojera: ¡si fabricaran misiles, no estaría haciendo esto! Considero que este programa es genuino, quiere hacer algo interesante con el dinero.


Esta experiencia, ¿puede significar una nueva dirección en su carrera, más enfocada a la enseñanza?
Hay una expresión en inglés que dice “los que pueden, hacen; los que no pueden, enseñan”, así que no me gustaría ser exclusivamente un maestro. Pero hay una cosa muy atractiva en el enseñar: como sucede al hablar en público, al enseñar puedes ordenar lo que son unos pensamientos vagos en tu cabeza en palabras y, en el proceso de hacer eso, puedes empezar a entender esos pensamientos… A partir de articular algo para alguien más, tú puedes entenderlo mejor.


¿Y aprender a la vez?
Sí. Al enseñar se aprende viendo al otro tomando decisiones distintas de las que tú tomarías. Pero en mi vida yo he hecho bastante de profesor, de hecho, el trabajo de productor musical es un tipo de enseñanza.


Su carrera como productor es muy exitosa. ¿Cuál es el secreto del toque Eno?
Lo que hago cuando produzco es hablar con la gente con la que trabajo en una especie de base filosófica: no sobre cómo va a sonar la percusión ni cosas así, sino sobre qué queremos hacer y por qué. Qué queremos transmitir. Eso es, en cierto modo, una continuidad de mi propio trabajo, porque esas son las preguntas que yo me hago.


Como su nombre completo (Brian Peter George St. John le Baptiste de la Salle Eno), Eno es un creador con muchas facetas. Es capaz de producir a un grupo como Coldplay, componer una banda sonora para Peter Jackson (la de la película “Desde mi cielo”), colaborar con músicos menos comerciales como John Cale y David Byrne y concebir instalaciones tan vanguardistas como 77 Million Paintings, en la que utilizó un software de autogeneración para manipular sus dibujos. Apasionado de las nuevas tecnologías (es autor del sonido de inicio de sesión del Windows 95 de Microsoft, que diseñó, no obstante, con un Mac), Eno busca constantemente experimentar e innovar, evitando el mirar atrás. Sin embargo, también hay un espacio en su vida para la reflexión: es el artífice y director de una fundación, Long Now, que invita a pensar sobre el futuro de la sociedad.


Las nuevas tecnologías siempre le han apasionado, fue uno de los pioneros en aplicarlas en la música… ¿Podía imaginarse la actual revolución digital?
¡Sí, en cada detalle! (ríe) No, en serio, no me imaginaba a lo que hemos llegado, tantas posibilidades.


Lo digital, tan masivo e instantáneo, ¿no produce un público más distraído?
Unas herramientas tan poderosas como estas pueden ir en muchas direcciones: pueden hacer cosas maravillosas e interesantes, y también, perjudiciales. En mi caso, las nuevas tecnologías me han procurado un abanico fantástico de herramientas para trabajar. Me encanta jugar con cosas que no podía ni imaginar que fueran posibles... De todos modos, no tengo internet en casa porque me di cuenta de que empezaba a tratar todas las cosas como si vinieran de internet. Por ejemplo, cogía un libro y, en vez de leerlo, me ponía a picotear en él, ahora un párrafo por aquí, ahora una página por allá… Afortunadamente, mi conexión a internet en casa se estropeó y como no tenía tiempo para esperar a que un técnico de British Telecom se dignara a venir, pensé que lo dejaba estar. Como en mi estudio tengo internet, hago todo lo virtual allí.


Y en casa, lee….
Sí, sin Google, empecé a leer de nuevo y me di cuenta de que estaba leyendo, no picoteando: volví a meterme en los libros. Creo que cada uno tiene que hacer su propia versión de cómo quiere vivir en este nuevo mundo.


¿Cómo influyen los lugares en los que vive en la música que hace?
Una de las razones por las que haces arte es porque quieres buscar una realidad alternativa en la que estás: así, cuando viví en Nueva York, en la que era probablemente una de las esquinas más ruidosas de la ciudad, hice la música más tranquila que he hecho en mi vida. Y, al revés: cuando viví en un pueblecito de Inglaterra hice una música muy ruidosa, con todo tipo de efectos sonoros impactantes.


Acaba de cumplir 65 años, ¿qué le queda por hacer?
¡Muchas cosas! Y mis proyectos cambian a menudo porque van ligados a lo que me interesa en ese momento. Y no siempre tienen que ver con la música: no estoy muy desesperado en aferrarme a ella porque, de hecho, no pienso en mí mismo como “Brian Eno, músico”.


¿Cómo se define entonces?
No tengo una descripción laboral: nunca la he tenido.


Sus representantes han insistido a los periodistas en que no se le pregunte por muchos aspectos de su pasado, como su paso por Roxy Music, su colaboración con U2… ¿Por qué no le gusta hablar de su pasado?
¡Porque es muy, muy aburrido! Y porque tengo muchísimo pasado y todavía estoy en el presente y… tengo muchas cosas que hacer.



en La vanguardia, mayo de 2012










No hay comentarios.: