martes, junio 02, 2015

“¿Cuánto tiempo duraremos si nos abandona el principio poético?”. Entrevista a Frank Lloyd Wright, de Henry Brandon










El arquitecto estadounidense Frank Lloyd Wright (1867-1959) nació en Wisconsin. Se hizo ingeniero civil pero se dedicó a la arquitectura cuando parte del edificio del Capitolio del Estado se vino abajo. Ejerció en Chicago e introdujo innovadores diseños tanto en el campo de la arquitectura pública como privada. Sus trabajos fueron muy renombrados por el uso que hacían de la tecnología y por los interiores diáfanos.
           
           
           
Lo que solemos llamar arquitectura "moderna" ha agotado ya sus posibilidades…
Bueno, arquitectura moderna es un término ambiguo, pero "arquitectura moderna" no significa necesariamente arquitectura nueva. La arquitectura nueva es la arquitectura orgánica.


Su arquitectura orgánica es realmente...
Una influencia natural.


¿No es acaso una influencia oriental?
No, excepto en que su filosofía puede que sea oriental. Fue el Tao el que declaró que la realidad de los edificios no eran las paredes y el techo, sino el espacio interior en el que se vive. El espacio interior era la realidad del edificio. Eso significa que hay que construir desde dentro hacia afuera, y no de afuera hacia adentro, como siempre se ha hecho en Occidente. En la medida en que eso sea taoísmo, supongo que la filosofía es oriental. Pero de algún modo, sólo Occidente ha construido siguiendo esa filosofía. Nuestra arquitectura "orgánica" resulta ser la expresión original de esa idea. El concepto del espacio en la arquitectura es orgánico, y "orgánico", tal y como empleamos el término, significa "natural", significa "esencial".


Estoy de acuerdo en que debe existir un vínculo próximo entre arquitectura y naturaleza. Fue eso lo que me extasió de la casa japonesa. Pero ¿cómo se puede adaptar esta filosofía o arquitectura orgánica a las ciudades de hoy en día? Carecen de espacio.
No se puede. La ciudad de nuestros días tendrá que agotar su ciclo vital. Está llegando ya a término debido a sus excesos. Los excesos la están arruinando. Cuando necesitemos un modelo de ciudad nueva, lo encontraremos en términos orgánicos y será más una agronomía. Formará parte de la tierra y estará prácticamente en todas partes. Las grandes concentraciones que son hoy las ciudades son vestigios del feudalismo. Tenemos que seguir adelante y hacer mejor uso del suelo.


¿Pero no perderemos así la poca intimidad y serenidad que quedan en nuestros paisajes, en nuestro campo?
Todo lo contrario. Si recurrimos a la arquitectura adecuada no violentaremos el paisaje como hacemos ahora. Me horrorizaría que el tipo de arquitectura que hacemos hoy en día saliera al campo. En la arquitectura orgánica la naturaleza de la cosa sugiere su forma. Los edificios así construidos harían más bello el campo, en vez de afearlo. Por supuesto aún queda mucho camino por recorrer a lo largo de una línea cultural de la que aún carecemos.


Ha estado usted recientemente en Londres. Probablemente viera que, en gran parte, ha sido destruido, y también que se ha avanzado mucho en su reconstrucción. ¿Qué consejos tiene usted para una ciudad como Londres?
Londres tiene una ciudad dormitorio, Londres tiene suburbios, y creo que para Londres serían importantes los exurbios. Debería adentrarse tanto en el campo como sea posible, manteniendo la vieja ciudad, los viejos edificios y las viejas condiciones de vida como monumento al pasado. Me ha apenado comprobar que los rascacielos están a punto de invadir Londres. Lo vi en una revista ilustrada: un hotel tan alto como un edificio de oficinas, una verdadera trampa para ratas en pleno corazón de Londres. Espero que jamás lleguen a construirlo.


¿Por qué está usted en contra de los rascacielos? Son la principal contribución americana a la arquitectura.
El rascacielos es el responsable de la congestión y está haciendo que la ciudad de hoy sea imposible de usar. Los rascacielos apilan a las multitudes a gran altura, las vierten a las calles, luego vuelven a apilarlas y las calles no son, con mucho, lo suficientemente anchas. París es tan hermoso hoy en día porque produce esa sensación de espacio que ofrece la ausencia de rascacielos. Londres tiene algo de eso y si es invadido por los rascacielos lo perderá. Creo que tampoco deberían reconstruir las zonas bombardeadas. Deberían destinarlas a zonas verdes. Las zonas verdes de Londres son una de sus bellezas. ¿Por qué no ampliarlas y permitir que la gente se abra hacia el campo con nuevas casas, de un modo que no daña al campo y que beneficia a quien lo invade?


¿Qué impresión le produjo Londres?
Creo que vale la pena preservar la mayoría de sus edificios: son ejemplos interesantes del viejo orden. Pero, en comparación con lo que podemos construir hoy en día, son extremadamente inútiles. Con el tiempo se convertirán en reliquias y dejarán de resultar atractivos. Londres está bastante atrasado respecto a lo que llamamos arquitectura moderna y tiene muy pocos o ningún ejemplo de arquitectura orgánica. Verá, la arquitectura que llamamos orgánica es una arquitectura natural y no emplea el acero como si fuera madera. Las estructuras metálicas del siglo XIX eran iguales que las de madera. Empleaban el acero a modo de vigas, puntales y demás, pero eso no es orgánico. Nosotros empleamos el acero suspendido en ramales por su resistencia a la tensión, o enterrado en hormigón por su resistencia a la compresión. El sistema fue inventado por los franceses y lo llamamos hormigón armado.


Desde luego lo que ha venido usted construyendo es audaz y revolucionario, pero observando algunas de sus estructuras no puedo menos que preguntarme cómo se sostienen en pie.
Por sí mismas. Coja, por ejemplo, mi edificio de 1.600 metros de altura. Tiene una espina dorsal de la que salen costillas. En el Museo Guggenheim la espina es helicoidal y las costillas, o si lo prefiere, los pisos, sólo crecen hacia adentro. La pared exterior es la espina o soporte y el suelo sale de ella en voladizo.


¿Pero resulta seguro sin apoyo en sus márgenes internos?
¡Mi pulgar no tiene apoyo en su extremo! Su único soporte es el lugar en el que se une a mi mano. Éste es el modo en que se emplea el acero en el siglo XX, pero en nuestras ciudades sólo se practica la arquitectura del XIX: grandes bastidores de acero que se oxidan por las junturas. La mayoría de los arquitectos que hemos llamado "modernos" son en realidad empapeladores de fachadas. Carteles de whisky, carteles de jabón... No son verdadera arquitectura. Están bien para las ciudades y son todo lo que éstas se merecen de momento, pero no los llamemos arquitectura.


Personalmente prefiero las fachadas de los viejos edificios de Park Avenue y la Quinta avenida. La majestuosidad, la dignidad y el sentido de la proporción de las avenidas desaparecerán cuando esos viejos edificios sean reemplazados por las nuevas y austeras estructuras de acero y cristal que parecen todas iguales.
Eso es una cuestión de gustos y el gusto es siempre una cuestión de ignorancia. Tiene gustos porque no tiene conocimiento. Y si tiene gusto por lo viejo, le gusta lo viejo; si tiene gusto por lo nuevo, le gusta lo nuevo. Pero nada de todo eso es realmente arquitectura. La arquitectura es algo más profundo. Es el marco de la existencia humana. Debemos dedicar más esa existencia a la belleza. Al fin y al cabo, ¿cuánto tiempo duraremos si nos abandona el principio poético? ¿Cuánto tiempo puede durar una civilización sin alma? La ciencia no puede salvarnos; nos ha llevado al borde del abismo. Tendrán que hacerlo el arte y la religión, que son el alma de la civilización. La arquitectura es el único recuerdo que nos queda hoy de aquellas civilizaciones que se han desvanecido en la distancia. Cuartos de baño, inodoros y radiadores, eso es todo lo que encontrarían de nuestra civilización actual dentro de unos cuantos siglos. La arquitectura significa de la naturaleza de la cosa, sea ésta la que sea y por la naturaleza de la cosa, sea ésta la que sea. La mayor parte del gusto educado en nuestros días es un gusto adquirido. No tiene nada que ver con cierta percepción del carácter beneficioso de la cosa percibida; sólo con si nos gusta o no. ¿Y quiénes somos nosotros? Tan sólo cosas artificiales cuyo gusto puede ser atroz. Así pues, si creamos una cultura que cultive el gusto, nos encontramos con una ensalada aleatoria de todo tipo de cosas, pero si volvemos a la naturaleza y hacemos las cosas con arreglo a ella, adquirimos un sentido de la propiedad. No de posesión, sino de lo apropiado en el carácter de todas las cosas.


¿Y está usted convencido de que la arquitectura moderna evolucionará en esa dirección?
Sí, será arquitectura orgánica. Fue la base de la llamada arquitectura moderna, pero la arquitectura orgánica partió de una negación inicial que fue extremadamente limitadora y afectó a gran número de arquitectos, que siguieron la negación en vez de profundizar en la afirmación de la que eran capaces y que es la que hoy practicamos.


La arquitectura moderna nació en tiempos de escasez, en un periodo utilitarista. Ahora vivimos una era de mayor abundancia que, digamos, hace veinte años. ¿Se verá esto reflejado en la arquitectura? ¿Hará ésta un mayor uso de la decoración artística?
Inevitablemente, pero no de la decoración en el sentido en que la conocemos. Será algo más parecido a lo que se ve en la naturaleza, en el jardín, en los árboles, por todas partes. Si hay ornamentación, ésta será la natural del medio ambiente. Y si hay un edificio será natural respecto a su propósito en ciertos sentidos. Todo reflejará la verdad de la naturaleza. Por supuesto, es mucho pedir y llevará tiempo alcanzarlo, pero es hacia donde nos encaminamos. La arquitectura va profundizando cada vez más en la naturaleza, que es la madre de la arquitectura, sin la cual no existe cultura. Nosotros, los norteamericanos, tenemos una vasta civilización y carecemos de cultura porque no tenemos arquitectura propia. Washington, nuestra capital, no representa a nuestra arquitectura. El Capitolio, por ejemplo, representa la historia norteamericana. No juzgo su arquitectura, sino que lo respeto por lo que es. Llevamos mucho tiempo saliendo malparados, copiando a la Europa del siglo XIX. Ahora los estadounidenses empiezan a percibir la importancia de tener su propia arquitectura, la importancia de la arquitectura orgánica. Ayer pronuncié una conferencia sobre el tema en el Instituto Internacional de Arte Contemporáneo y asistieron alrededor de mil quinientas personas. Resulta alentador. Se está produciendo un renacimiento de la arquitectura en Estados Unidos y estamos aportando la nuestra: la arquitectura orgánica.




                                                                                                en The Sunday Times, 3 de noviembre de 1957










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