Violeta Parra canta a lo humano, canta a lo divino,
canto a lo lago, canta a lo selva, canta a lo río, canta a lo montaña, canta a
lo pájaro, canta a lo pastora. En una palabra, Violeta Parra canta a lo todo.
Sin mayor esfuerzo, como si dispusiera de un espejo de
sílabas para su propio uso, canta la noche de los amantes y la estrella del
alba, porque este espejo por ratos vacía su azogue: lo que vio en este mundo y
también en el otro, que es este mismo mundo en razón inversa del cuadrado de su
canto.
Canta, y de repente el resplandor que brota de su
garganta se hace relámpago compacto, como postre de leche asada, y las
estrellas que rondan su cabeza son otras tantas letras que forman la palabra
valparaíso (así con minúscula), letras escritas literalmente (si se me permite
la expresión) en el aire, letras de cola de cometa, de poesía más liviana que
nuestro sueño.
Canta Violeta Parra, y el orden mágico de su canto nos
restituye el canon de los pastores que saben cantar para romper el misterio de
la nube y provocar la lluvia. Los usos, modos y costumbres de su canto saben
más de la vida y de la muerte porque saben a amor. La simetría de su voz
convoca distantes galaxias, y hace el paraíso a la medida de sus canciones.
Voz profética, voz medieval, voz antropológica, voz
ética, voz de Violeta Parra. A su voz los puentes levadizos se bajan para que
ella (su voz) se interiorice, y para que ella (Violeta) se exteriorice en hada,
y escuche al mundo a través de su canto.
Ella ha dicho su canto y lo ha dicho con gravedad (y al
decir gravedad pienso, y esto es para mí tal vez, que gracias a Violeta sabemos
cómo cantaron Leonoreta y Urganda), ella ha dicho su mundo y lo ha dicho con
mundo. Y antes de terminar este homenaje, quisiera agregar esto que se me ha
ocurrido a propósito de nuestra inspirada cantante: así como es posible que sea
“precisamente” este vaso y esta agua los que nos permitan poner en práctica la
teoría de la tempestad (la tempestad en un vaso de agua), es posible que sea la
voz de Violeta Parra la que ponga en práctica la teoría de la belleza (en un
espejo de sílabas la poesía intacta).
en revista Extremo Sur, Nº2, marzo de 1955
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