Tenía
los ojos de plata y le mentiste
miles
de lunas como espejos cayeron sin fondo
sus
labios se hicieron pequeños,
la
perdimos.
Tenías
que talar la sangre en sus mejillas
arañar
el infinito que fueron sus latidos,
temblores
eternos de mi cuerpo mojado.
Hasta
que vomitó la Patagonia de su fauna
en
una cama pequeña
y
te marchaste.
en Antología poética de mujeres mapuches,
2010
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