para Braulio Fernández
Yo no creo, he perdido la fe,
pero me gustaría que usted creyera,
que su fe no vacilara nunca
y hablara de Dios como lo hace conmigo
cada mañana camino al trabajo.
Me gustaría que las nubes, el cielo y la tierra
también creyeran en Dios;
así las nubes, el cielo y la tierra
serían felices y agradecidos
y yo estaría feliz y agradecido por ellos.
Nunca le pediría demasiado
ni siquiera le preguntaría por qué cree
o si yo debiera volver a creer
porque preguntar no es creer, es preguntar;
bastaría que usted fuera caminando a su trabajo
hablándole a Dios como ahora lo hace conmigo
y así, en ésta, mi soledad de Dios,
ya no estaría tan solo
y la agonía que ahora me mata
ya no me mataría
porque en ese momento tendría
la fe de los otros.
en 2323 Stratford Ave., 2012
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