Tengo
una pobre choza
que
ni del viento ni de la lluvia guarda;
mas
el sosiego es fácil en esta choza mínima;
no
siento la añoranza de mi antigua morada.
Mi
vestido, tan viejo y destrozado,
con
hilo lo he cosido,
uniendo
los remiendos;
me
abriga aún en el invierno frío.
Tengo
un catre tan corto
que
ni estirar en él las piernas puedo.
Me
levanto cuando el gallo canta,
me
echo cuando la sombra cubre el cielo.
Ya
la mañana, ya la noche,
ya
la tierra, ya el cielo,
ya
despejado, ya borracho,
otra
dormido, ora despierto.
Los
oídos, casi sordos;
los
ojos, casi ciegos.
La
vida es el principio,
y
la muerte es el final.
en Poesía china:
del siglo XII a las canciones de la Revolución cultural, 1973
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