Yo
mujer, la hombre,
siempre
buscaba Tu rostro,
que
hasta ahora fue masculino.
De
otra forma no puedo imaginarlo.
¿Quién
es y cómo
está
uno más solo,
furiosa,
desesperadamente solo,
ahora,
yo o aquel?
Creo
que existo, existiré,
pero
¿cuándo existí sin él?
y
ahora, ¿cómo estoy de pie, en qué luz,
cuál
es aún mi propio lamento?
Oh,
doblemente sufro,
de
continuo me pierdo
cuando
Tú no eres mi guía.
Cómo
veré mi rostro,
mi
alma cómo la aceptaré,
cuando
lucho tanto
y
no puedo adaptarme.
“Dado
que la mujer
se
adapta al hombre”.
No
se distingue aún lo trágico
de
lo impersonal, ni yo
puedo
imaginármelo aún, aún.
Qué
me ocurrirá conociendo tantas cosas,
ya
sé en este momento
que
de su flanco no me has sacado.
Y
digo que soy persona íntegra
y
sola. Sin él no crecía
y
ahora soy y puedo
y
somos pareja separada, aquél
y
yo, tengo mi propia luz,
alguna
vez la de la luna.
Dije:
no desciendo del sol;
tengo
tanto orgullo
que
trato de llegar a él,
de
superarlo, yo
que
ahora me aprendo y plenamente
aprendo
mi deseo de resistirlo
no
quiero recibir
nada
de él ni espero.
No
lloro ni canto una monótona canción.
Pero
resultará penoso
el
propio desgarrón que premedito,
para
conocer el mundo por mí misma,
para
expresar mi propia palabra,
yo
que hasta ahora existí
para
admirar, respetar y querer,
ya
no le pertenezco
debo
permanecer sola,
yo,
la hombre.
en Oposiciones, 1957
No hay comentarios.:
Publicar un comentario