Resulta difícil comprender las causas del conflicto si
no consideramos que Palestina representa un territorio cuya descolonización aún
está pendiente. Es el único caso del sistema internacional que se ha mantenido
en esa condición, ya que el proceso de descolonización de países africanos y
asiáticos vino a concluir en la década de los setenta del siglo veinte.
¿Por qué Palestina ha sido marginada del derecho
consagrado de autodeterminación de los pueblos respecto de las potencias
colonizadoras? La respuesta, en términos generales, tiene que ver con la
decisión del Reino Unido, encargado de su administración después de la Primera
Guerra Mundial, de modificar el statu quo
de la población nativa u originaria, es decir los palestinos.
Esta es la base central para comprender los 60 años de
conflicto, es decir desde la creación oficial del Estado de Israel (15 de mayo
de 1948). Desde entonces se ha dado curso a la limpieza étnica de los
territorios palestinos, ya que el objetivo político de Israel es tener un
Estado judío, por tanto era absolutamente necesario erradicar (a como diera
lugar) a la población árabe nativa. Por ello, las masacres, desplazamientos
forzados, apartheid, etc. Todos los crímenes de lesa humanidad que comete Israel
se dan en el contexto de la creación de su Estado, el cual aún no alcanza las
dimensiones que sus conductores pretenden, es decir, ocupar todo el territorio
que antes había pertenecido a los palestinos.
El rasgo de estar frente a un Estado confesional, con
claras raíces racistas, tras una ideología excluyente como el sionismo, ha
significado que las negociaciones sean inviables, ya que mientras Israel tenga
superioridad militar y dicha ideología se mantenga vigente en relación a la
mayoría de los habitantes, ese Estado no estará dispuesto a compartir su
territorio con árabes o con personas de otras religiones, por la amenaza
demográfica que esto significaría para la superioridad numérica judía. Es
decir, ello es lo que hace inviable, hasta hoy, la creación de un Estado
binacional. Por otro lado, como los sionistas consideran que su proyecto
estatal está inconcluso y siguen edificando asentamientos (política de estado
en Israel) y desplazando a los palestinos o arrebatándoles su tierra, no hay
forma de negociar fronteras, ya que están en pleno proceso de expansión y no se
observa un poder real que pueda coaccionarlos para que respeten la legislación
internacional, es decir, las resoluciones de Naciones Unidas.
Esto, de alguna manera, refuerza las causas primeras
del conflicto, ya que Israel siempre ha tenido argumentos para no negociar y ha
trabajado o se ha aliado siempre con la potencia de turno (primero Reino Unido
y Francia; luego Estados Unidos), por lo cual desde el realismo político, ha
sido imposible condicionar su política de Estado, a pesar de que no respeta el
derecho internacional, ni el derecho internacional humanitario, ni tampoco los
derechos humanos. Israel todo lo fundamenta en razón de su seguridad nacional o
espacio vital.
Recordemos que en 1967, tras la guerra de los seis
días, Israel se anexó la totalidad del territorio de Palestina, incluida
Jerusalén Oriental, que desde la década del ochenta (1981) considera
unilateralmente como su capital única e indivisible, sin acatar el derecho
internacional vigente, que tras las resoluciones 242 de 1967 y 338 de 1973 han
reclamado la evacuación de los territorios ocupados. En ese contexto, Israel
propició los asentamientos judíos en Cisjordania y Gaza, los que a su vez
también le valieron condenas de parte de Naciones Unidas. El único argumento
esgrimido por Israel para desarrollar esta expansión y colonización a costa de
territorio palestino, han sido títulos basados en textos del Antiguo Testamento
de la Biblia, que el Derecho Internacional no reconoce.
En definitiva, estamos frente a la imposibilidad que
afecta al pueblo palestino, de ejercer el derecho de vivir en forma libre y
soberana en su propia tierra, siendo tratado como una raza inferior al interior
del Estado de Israel (se ha institucionalizado un apartheid), en donde se
establecen normas discriminatorias para los no judíos, mientras los palestinos
en Cisjordania viven bajo ocupación, en verdaderos bantustanes, desde los
acuerdos de Oslo (1993). Y el resto vive en el virtual campo de concentración
de Gaza, luego de que Ariel Sharon erradicara a la fuerza a los colonos
ortodoxos fundamentalistas que tenían asentamientos allí. Podría afirmarse con
propiedad, que en Gaza se ha creado la prisión de mayor extensión en el mundo.
En efecto, aproximadamente el 90% de la población
residente en la Franja de Gaza está constituida por refugiados, es decir un
millón y medio de personas están prisioneros en 300 kilómetros cuadrados por el
solo hecho de ser palestinos. Decimos encerrados, porque Israel controla los
accesos terrestres, el espacio aéreo y marítimo.
Frente a este sombrío y desesperanzador panorama, cabe
preguntarse acerca de qué alternativas tienen disponibles los palestinos para
lograr su liberación nacional, puesto que, además, por el lado de las
negociaciones que se desarrollan, con interrupciones, desde hace más de18 años,
Israel jamás ha negociado de buena fe. Prueba de esto es que, en conocimiento
de que el total del territorio de la Cisjordania es una meta intransable para
los palestinos, desde el comienzo de las negociaciones y hasta hoy, ha
mantenido invariablemente su política de ampliación de los asentamientos judíos
en dicho territorio. Y aún más, ha construido el muro del apartheid, que
expropia más territorio palestino y le hace la vida imposible a ese pueblo.
En ese contexto, no puede extrañar que surjan
movimientos reivindicativos como los de Hamas. Recordemos que éste es un
movimiento islámico que no reconoce a Israel, mantiene la resistencia mediante
el empleo de la fuerza, pero en un contexto asimétrico, por tanto sólo tiene
capacidad para ataques calificados como terroristas, ya que su estrategia es
infligir miedo entre la población de Israel. Su capacidad operativa es muy
baja, sobre todo en el contexto de aislamiento internacional en que se
encuentra y por las pésimas condiciones socioeconómicas derivadas del bloqueo
israelí.
Tras lo dicho, podemos afirmar que la causa del
conflicto no es Hamas, ya que este es un partido político con una fuerte
presencia en la sociedad de la Franja de Gaza; tanto es así, que consiguió en
los comicios del 2006, el 65% de la adhesión. Mantiene trabajos en el campo de
la salud y educación, y se ha hecho relevante, primeramente tras la acción de
Israel que lo apoyó logísticamente en la década de los setenta, con el objetivo
de deslegitimar y presentar una cuña en la OLP; pero en una segunda etapa, este
movimiento encuentra un importante apoyo ciudadano, como señal de rebelión
contra la ocupación y contra los tratos inhumanos que recibe la población de
parte del ocupante.
La posición política de Hamas y los cohetes artesanales
que dirige hacia territorio israelí, han sido presentados como la causa de la
actual agresión de Israel. Para ello se ha pretendido crear algunos mitos, como
por ejemplo que ha sido Gaza el que rompió la tregua o pacto de no agresión con
Tel Aviv. Sin embargo, a poco de asumir Hamas tras el triunfo en las urnas, los
países llamados del Cuarteto (Estados Unidos, Unión Europea, Rusia y la ONU)
comenzaron a aislar a este actor político, seguido de un bloqueo y boicot cada
vez más implacable por parte de Israel, los que significaron la escasez de alimentos,
medicinas, combustibles, etc.
Cabe aquí un comentario, acerca de la actitud adoptada
en este caso por quienes se proclaman como democracias modelo, EE.UU., Europa e
Israel, especialmente esta última, siempre alabada como la única democracia del
Medio Oriente. Su mensaje a los palestinos fue muy claro: o eligen a quienes nosotros deseamos o les
haremos la vida imposible. No parece que esta sea la mejor forma de promover la
democracia en el mundo.
Debemos también considerar que la agresión del Estado
de Israel, es decir, un sujeto internacional con responsabilidad y cuya
situación es de ocupante en el territorio palestino, se dio en un contexto de
elecciones internas en ese país, en el cual el laborismo gobernante estaba
debilitado, por lo que era esperable una derrota en las urnas. De hecho, los
partidos de derecha se veían como los próximos gobernantes de Israel, por tanto
la acción militar tiene mucho que ver con ello.
Desde otra perspectiva, Israel habría querido
condicionar al futuro Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien asume
el 20 de enero, en su política de lealtad hacia Israel, y así no arriesgar un
giro respecto de lo que ha sido la administración Bush como soporte de la
política israelí, la que en definitiva le ha permitido una violación
sistemática de los derechos humanos y le ha otorgado apoyo político frente a
los crímenes de guerra cometidos por Israel en sus distintas ofensivas
militares y sin pagar costo alguno.
Recordemos que en 2006 Israel lanzó una guerra de
agresión en contra de El Líbano, donde se enfrentó con Hezbollá, acción en la
cual también el uso desproporcionado de la fuerza fue una tónica, por la cual
no tuvo ninguna sanción, gracias al veto de los Estados Unidos en el Consejo de
Seguridad.
Todos estos elementos nos muestran a grandes rasgos por
qué Israel está actuando, y podemos decirlo en propiedad, masacrando a la
población que habita la Franja de Gaza. Los más de 650 muertos no vienen a ser
más que el corolario de unas negociaciones fracasadas, entre la Autoridad
Nacional Palestina, que controla Cisjordania, e Israel, en Anápolis. Recordemos
que no se logró avanzar en ninguna materia y que mientras se desarrollaban las
negociaciones, Israel no dejó de derribar casas de palestinos en Jerusalén,
crear nuevos asentamientos, tomar prisioneros, construir el muro, etc.
Ello viene a explicar por qué las visiones islamistas
van fortaleciéndose entre la población palestina, ya que ha comprobado que en
60 años de conflicto las negociaciones sólo arrojan fracasos y que su situación
es cada vez más precaria, mientras Israel, por medio de la política de los
hechos consumados, se expande por territorio palestino y a Gaza lo deja como
una prisión en la cual relegar a la resistencia, en especial la islámica.
Sin embargo, Israel sostendrá de cara a la opinión
pública internacional, que es responsabilidad de Hamas el que Palestina no
tenga Estado, y que por ahora se abocarán a la extirpación del “cáncer
fundamentalista”, con
lo que intentarán validar que sus bombas contengan fósforo blanco o uranio
envejecido y que más de
un tercio de los muertos sean niños. Insistirá que, en definitiva, la legítima
defensa de Israel está en juego y que el mundo árabe y Occidente les debieran
agradecer por mantener la ocupación, hasta que eliminen a todos y a cada uno de
los miembros de Hamas. Pero dado el brutal accionar de Israel, pareciera que
Hamas está representado en cada palestino que se opone a vivir bajo ocupación,
inserto en un sistema de apartheid en Israel y Cisjordania, y de campo de
prisioneros en Gaza.
Esto sólo podrá cambiar si es que se consigue
deslegitimar al sionismo en su expresión racista, totalizante y excluyente, en
el sentir de la misma población israelí, la cual, como primer paso, debiera
exigir el logro de la paz a su propio gobierno, para que posteriormente la
sociedad mencionada entre en un proceso de revalorización y sentido de
sociedad.
Enero,
2009
No hay comentarios.:
Publicar un comentario