miércoles, agosto 20, 2014

“¿Por qué Israel ataca la Franja de Gaza?”, de Jaime Abedrapo








Resulta difícil comprender las causas del conflicto si no consideramos que Palestina representa un territorio cuya descolonización aún está pendiente. Es el único caso del sistema internacional que se ha mantenido en esa condición, ya que el proceso de descolonización de países africanos y asiáticos vino a concluir en la década de los setenta del siglo veinte.

¿Por qué Palestina ha sido marginada del derecho consagrado de autodeterminación de los pueblos respecto de las potencias colonizadoras? La respuesta, en términos generales, tiene que ver con la decisión del Reino Unido, encargado de su administración después de la Primera Guerra Mundial, de modificar el statu quo de la población nativa u originaria, es decir los palestinos.

Esta es la base central para comprender los 60 años de conflicto, es decir desde la creación oficial del Estado de Israel (15 de mayo de 1948). Desde entonces se ha dado curso a la limpieza étnica de los territorios palestinos, ya que el objetivo político de Israel es tener un Estado judío, por tanto era absolutamente necesario erradicar (a como diera lugar) a la población árabe nativa. Por ello, las masacres, desplazamientos forzados, apartheid, etc. Todos los crímenes de lesa humanidad que comete Israel se dan en el contexto de la creación de su Estado, el cual aún no alcanza las dimensiones que sus conductores pretenden, es decir, ocupar todo el territorio que antes había pertenecido a los palestinos.

El rasgo de estar frente a un Estado confesional, con claras raíces racistas, tras una ideología excluyente como el sionismo, ha significado que las negociaciones sean inviables, ya que mientras Israel tenga superioridad militar y dicha ideología se mantenga vigente en relación a la mayoría de los habitantes, ese Estado no estará dispuesto a compartir su territorio con árabes o con personas de otras religiones, por la amenaza demográfica que esto significaría para la superioridad numérica judía. Es decir, ello es lo que hace inviable, hasta hoy, la creación de un Estado binacional. Por otro lado, como los sionistas consideran que su proyecto estatal está inconcluso y siguen edificando asentamientos (política de estado en Israel) y desplazando a los palestinos o arrebatándoles su tierra, no hay forma de negociar fronteras, ya que están en pleno proceso de expansión y no se observa un poder real que pueda coaccionarlos para que respeten la legislación internacional, es decir, las resoluciones de Naciones Unidas.

Esto, de alguna manera, refuerza las causas primeras del conflicto, ya que Israel siempre ha tenido argumentos para no negociar y ha trabajado o se ha aliado siempre con la potencia de turno (primero Reino Unido y Francia; luego Estados Unidos), por lo cual desde el realismo político, ha sido imposible condicionar su política de Estado, a pesar de que no respeta el derecho internacional, ni el derecho internacional humanitario, ni tampoco los derechos humanos. Israel todo lo fundamenta en razón de su seguridad nacional o espacio vital.

Recordemos que en 1967, tras la guerra de los seis días, Israel se anexó la totalidad del territorio de Palestina, incluida Jerusalén Oriental, que desde la década del ochenta (1981) considera unilateralmente como su capital única e indivisible, sin acatar el derecho internacional vigente, que tras las resoluciones 242 de 1967 y 338 de 1973 han reclamado la evacuación de los territorios ocupados. En ese contexto, Israel propició los asentamientos judíos en Cisjordania y Gaza, los que a su vez también le valieron condenas de parte de Naciones Unidas. El único argumento esgrimido por Israel para desarrollar esta expansión y colonización a costa de territorio palestino, han sido títulos basados en textos del Antiguo Testamento de la Biblia, que el Derecho Internacional no reconoce.

En definitiva, estamos frente a la imposibilidad que afecta al pueblo palestino, de ejercer el derecho de vivir en forma libre y soberana en su propia tierra, siendo tratado como una raza inferior al interior del Estado de Israel (se ha institucionalizado un apartheid), en donde se establecen normas discriminatorias para los no judíos, mientras los palestinos en Cisjordania viven bajo ocupación, en verdaderos bantustanes, desde los acuerdos de Oslo (1993). Y el resto vive en el virtual campo de concentración de Gaza, luego de que Ariel Sharon erradicara a la fuerza a los colonos ortodoxos fundamentalistas que tenían asentamientos allí. Podría afirmarse con propiedad, que en Gaza se ha creado la prisión de mayor extensión en el mundo.

En efecto, aproximadamente el 90% de la población residente en la Franja de Gaza está constituida por refugiados, es decir un millón y medio de personas están prisioneros en 300 kilómetros cuadrados por el solo hecho de ser palestinos. Decimos encerrados, porque Israel controla los accesos terrestres, el espacio aéreo y marítimo.

Frente a este sombrío y desesperanzador panorama, cabe preguntarse acerca de qué alternativas tienen disponibles los palestinos para lograr su liberación nacional, puesto que, además, por el lado de las negociaciones que se desarrollan, con interrupciones, desde hace más de18 años, Israel jamás ha negociado de buena fe. Prueba de esto es que, en conocimiento de que el total del territorio de la Cisjordania es una meta intransable para los palestinos, desde el comienzo de las negociaciones y hasta hoy, ha mantenido invariablemente su política de ampliación de los asentamientos judíos en dicho territorio. Y aún más, ha construido el muro del apartheid, que expropia más territorio palestino y le hace la vida imposible a ese pueblo.

En ese contexto, no puede extrañar que surjan movimientos reivindicativos como los de Hamas. Recordemos que éste es un movimiento islámico que no reconoce a Israel, mantiene la resistencia mediante el empleo de la fuerza, pero en un contexto asimétrico, por tanto sólo tiene capacidad para ataques calificados como terroristas, ya que su estrategia es infligir miedo entre la población de Israel. Su capacidad operativa es muy baja, sobre todo en el contexto de aislamiento internacional en que se encuentra y por las pésimas condiciones socioeconómicas derivadas del bloqueo israelí.

Tras lo dicho, podemos afirmar que la causa del conflicto no es Hamas, ya que este es un partido político con una fuerte presencia en la sociedad de la Franja de Gaza; tanto es así, que consiguió en los comicios del 2006, el 65% de la adhesión. Mantiene trabajos en el campo de la salud y educación, y se ha hecho relevante, primeramente tras la acción de Israel que lo apoyó logísticamente en la década de los setenta, con el objetivo de deslegitimar y presentar una cuña en la OLP; pero en una segunda etapa, este movimiento encuentra un importante apoyo ciudadano, como señal de rebelión contra la ocupación y contra los tratos inhumanos que recibe la población de parte del ocupante.

La posición política de Hamas y los cohetes artesanales que dirige hacia territorio israelí, han sido presentados como la causa de la actual agresión de Israel. Para ello se ha pretendido crear algunos mitos, como por ejemplo que ha sido Gaza el que rompió la tregua o pacto de no agresión con Tel Aviv. Sin embargo, a poco de asumir Hamas tras el triunfo en las urnas, los países llamados del Cuarteto (Estados Unidos, Unión Europea, Rusia y la ONU) comenzaron a aislar a este actor político, seguido de un bloqueo y boicot cada vez más implacable por parte de Israel, los que significaron la escasez de alimentos, medicinas, combustibles, etc.

Cabe aquí un comentario, acerca de la actitud adoptada en este caso por quienes se proclaman como democracias modelo, EE.UU., Europa e Israel, especialmente esta última, siempre alabada como la única democracia del Medio Oriente. Su mensaje a los palestinos fue muy claro: o eligen a quienes nosotros deseamos o les haremos la vida imposible. No parece que esta sea la mejor forma de promover la democracia en el mundo.







Debemos también considerar que la agresión del Estado de Israel, es decir, un sujeto internacional con responsabilidad y cuya situación es de ocupante en el territorio palestino, se dio en un contexto de elecciones internas en ese país, en el cual el laborismo gobernante estaba debilitado, por lo que era esperable una derrota en las urnas. De hecho, los partidos de derecha se veían como los próximos gobernantes de Israel, por tanto la acción militar tiene mucho que ver con ello.

Desde otra perspectiva, Israel habría querido condicionar al futuro Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien asume el 20 de enero, en su política de lealtad hacia Israel, y así no arriesgar un giro respecto de lo que ha sido la administración Bush como soporte de la política israelí, la que en definitiva le ha permitido una violación sistemática de los derechos humanos y le ha otorgado apoyo político frente a los crímenes de guerra cometidos por Israel en sus distintas ofensivas militares y sin pagar costo alguno.

Recordemos que en 2006 Israel lanzó una guerra de agresión en contra de El Líbano, donde se enfrentó con Hezbollá, acción en la cual también el uso desproporcionado de la fuerza fue una tónica, por la cual no tuvo ninguna sanción, gracias al veto de los Estados Unidos en el Consejo de Seguridad.

Todos estos elementos nos muestran a grandes rasgos por qué Israel está actuando, y podemos decirlo en propiedad, masacrando a la población que habita la Franja de Gaza. Los más de 650 muertos no vienen a ser más que el corolario de unas negociaciones fracasadas, entre la Autoridad Nacional Palestina, que controla Cisjordania, e Israel, en Anápolis. Recordemos que no se logró avanzar en ninguna materia y que mientras se desarrollaban las negociaciones, Israel no dejó de derribar casas de palestinos en Jerusalén, crear nuevos asentamientos, tomar prisioneros, construir el muro, etc.

Ello viene a explicar por qué las visiones islamistas van fortaleciéndose entre la población palestina, ya que ha comprobado que en 60 años de conflicto las negociaciones sólo arrojan fracasos y que su situación es cada vez más precaria, mientras Israel, por medio de la política de los hechos consumados, se expande por territorio palestino y a Gaza lo deja como una prisión en la cual relegar a la resistencia, en especial la islámica.

Sin embargo, Israel sostendrá de cara a la opinión pública internacional, que es responsabilidad de Hamas el que Palestina no tenga Estado, y que por ahora se abocarán a la extirpación del “cáncer fundamentalista, con lo que intentarán validar que sus bombas contengan fósforo blanco o uranio envejecido y que más de un tercio de los muertos sean niños. Insistirá que, en definitiva, la legítima defensa de Israel está en juego y que el mundo árabe y Occidente les debieran agradecer por mantener la ocupación, hasta que eliminen a todos y a cada uno de los miembros de Hamas. Pero dado el brutal accionar de Israel, pareciera que Hamas está representado en cada palestino que se opone a vivir bajo ocupación, inserto en un sistema de apartheid en Israel y Cisjordania, y de campo de prisioneros en Gaza.

Esto sólo podrá cambiar si es que se consigue deslegitimar al sionismo en su expresión racista, totalizante y excluyente, en el sentir de la misma población israelí, la cual, como primer paso, debiera exigir el logro de la paz a su propio gobierno, para que posteriormente la sociedad mencionada entre en un proceso de revalorización y sentido de sociedad.


Enero, 2009








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