Cristalería el mar, ventana pura,
artesanía en luz y mármol fino,
sederías del aire azul marino
y quebrazón constante, rasgadura.
El mar reúne toda su hermosura
y la rompe en la playa, me imagino.
“El hombre lo hace así con su destino”
debe pensar el mar, se me figura.
Pero el mar no se aleja de su orilla:
ni nos sigue ni busca, sólo espera,
no sabe cómo somos en el fondo.
Y el hombre como el mar ¡qué maravilla!
quiere salirse de su propia esfera,
se agita entre la altura y lo más hondo.
Isla Quiriquina, 1973
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