Conozco la inexorable tristeza de los lápices,
nítidos en sus cajas, el dolor de las libretas y los
pisapapeles,
toda la miseria de los folders de manila y la goma,
la desolación en inmaculados lugares públicos,
salones de recibo solitarios, lavabos, conmutadores
eléctricos,
el inalterable pathos de la jofaina y la jarra,
el ritual del multígrafo, los clips, las comas,
interminables duplicados de vidas y de cosas.
Y he visto el polvo de las paredes de las instituciones,
mas fino que la harina, vivo, más peligroso que el sílice,
cayendo colado, casi invisible, en las largas tardes de
tedio
cubriendo de una fina película las uñas y cejas
delicadas,
patinando el pálido pelo, los grises rostros duplicados
y
standard.
en Poemas, 2000
2 comentarios:
Excelente!! No lo conocía y no había tenido oportunidad de leer un poema a cosas cotidianas y pasadas - casi siempre - desapercibidas...
Bellísimo poema, Juan Carlos. Con tu permiso, lo cito en mi blog. Saludos
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