Sé
que me voy. Me voy retrocediendo
como
el salmón que vuelve cuna arriba.
No
alcancé nunca el mar, estando viva.
No
llegaré a las cumbres, falleciendo.
Sé
que te vas, te vas y no queriendo:
como
una esponja amarga y fugitiva.
Hasta
el fondo del mar con tu saliva,
sobre
la arena rosa oscureciendo.
Sé
que te vas de mí. Que nada queda:
ni
un rastro ni algún sauce que nos pueda
llorar
de bruces arañando el río.
Yo
nunca llegué al mar. Yo nunca: siendo
que
aquel morir inmerso era lo mío.
Y
qué. Me voy. Te vas. Nos vamos yendo.
en El soneto chileno, 2013
Edición y notas de
Juan Cristóbal Romero
Ilustración:
Detalle de óleo sobre tela de Claudio Bravo
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