De noche, junto al fuego,
los colores de las ramas
y de las hojas caídas,
repitiéndose a ellas mismas,
daban vueltas en el cuarto,
como las hojas mismas
daban vueltas en el viento.
Sí; pero el color de los abetos abatidos
vino a grandes pasos.
Y yo recordé el grito de los pavorreales.
Los colores de sus colas
eran como las hojas mismas
dando vueltas en el viento,
en el viento del crepúsculo.
Rodaron por el cuarto,
igual que volaron de las ramas de los abetos
cayendo al suelo.
Yo los oí gritar —los pavorreales.
¿Era un grito contra el crepúsculo
o contra las hojas mismas
dando vueltas en el viento,
dando vueltas como las llamas
daban vueltas en el fuego,
dando vueltas como las colas de los pavorreales
daban vueltas en el fuego chillón,
chillón como los abetos
lleno de gritos de pavorreales?
¿O era un grito contra los abetos?
Afuera de la ventana
vi cómo los planetas se juntaban
como las hojas mismas
dando vueltas en el viento.
Vi cómo la noche vino,
vino a grandes pasos como el color de los abetos abatidos
tuve miedo.
Y recordé el grito de los pavorreales.
1916
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