Encargué
esta limpia caja de madera
Cuadrada
como una silla y casi imposible de levantar.
Diría
que es el ataúd de un enano
O
una guagua cuadrada
Si
no hubiese tanta bulla dentro.
La
caja estaba cerrada, es peligrosa.
De
un día para otro tengo que vivir con ella
Y
no puedo evitarlo.
No
hay ventanas, así que no puedo ver qué hay dentro.
Sólo
tiene una pequeña rejilla, sin salida.
Acerco
mi ojo a la rejilla.
Está
oscuro, oscuro,
La
misma sensación de enjambre de las manos africanas
Diminutas
y encogidas para el transporte,
Negro
sobre negro, trepan enfurecidas.
¿Cómo
puedo soltarlas?
Lo
que más me espanta es el ruido,
Las
sílabas incomprensibles.
Son
como una turba romana,
Pequeñas
si las separas, pero si las juntas, ¡Dios mío!
Le
presto oído a este latín furioso.
No
soy un César.
Simplemente
encargué una caja de locas.
Puedo
mandarlas de vuelta.
Podrían
morirse, no tengo que alimentarlas, soy la dueña.
Me
imagino cuánta hambre tienen.
Me
pregunto si podrían olvidarme
Si
yo abriera los cerrojos, retrocediera y me convirtiera en árbol.
Hay
un laburno, sus rubias columnas
Y
las enaguas de un cerezo.
Podrían
ignorarme inmediatamente.
Con
mi traje lunar y mi velo funerario.
No
soy una fuente de miel
¿Por
qué me atacarían?
Mañana
seré un dulce Dios y las liberaré.
La
caja es sólo temporal.
4
de octubre, 1962
en Abejas, 2010
No hay comentarios.:
Publicar un comentario