No
sé si alguna vez nos hemos preguntado qué significa la educación. Por qué vamos
a la escuela, por qué aprendemos múltiples materias, por qué aprobamos exámenes
y competimos unos con otros por lograr mejores calificaciones. ¿Qué sentido
tiene toda esta llamada educación y qué es lo que implica? Es verdaderamente
una pregunta muy importante, no sólo para los estudiantes sino también para los
padres, para los maestros y para todos aquellos que aman esta tierra. ¿Por qué
pasamos por el esfuerzo de recibir educación? ¿Es meramente con el fin de
aprobar algunos exámenes y obtener un empleo? ¿O la educación tiene como
función la de prepararnos, mientras somos jóvenes, para comprender el proceso
total de la vida? Es necesario tener un trabajo y ganarse la propia
subsistencia, ¿pero eso es todo? ¿Se nos educa solamente para eso? Por cierto
que la vida no es tan sólo un empleo, una ocupación; la vida es algo
extraordinariamente amplio y profundo, es un gran misterio, un reino inmenso en
el que funcionamos como seres humanos. Si nos preparamos tan sólo para ganarnos
la subsistencia, perderemos todo el sentido de la vida; y comprender la vida es
mucho más importante que prepararnos meramente para los exámenes y volvernos
muy diestros en matemática, física o lo que fuere.
Por
consiguiente, tanto si somos maestros como estudiantes, ¿no es fundamental que
nos preguntemos por qué educamos o se nos educa? ¿Y qué significado tiene la
vida? ¿No es la vida algo extraordinario? Los pájaros, las flores, los árboles
vigorosos, los cielos, las estrellas, los ríos y los peces que contienen...
todo esto es la vida. La vida es el pobre y el rico; es la constante batalla
entre grupos, razas y naciones; la vida es meditación; la vida es lo que
llamamos religión, y es también las sutiles, ocultas cosas de la mente ‑las
envidias, las ambiciones, las pasiones, los temores, los logros y las
ansiedades. Todo esto y mucho más es la vida. Pero nosotros generalmente nos
preparamos para entender un pequeño rincón de ella. Aprobamos algunos exámenes,
encontramos un empleo, nos casamos, tenemos hijos, y después nos volvemos más y
más como maquinas. Seguimos temerosos, ansiosos, asustados de la vida. ¿Es,
pues, propósito de la educación ayudarnos a comprender el proceso total de la
vida, o sólo consiste en prepararnos para una vocación, para el mejor empleo
que podamos obtener?
¿Qué
va a ocurrir con todos nosotros cuando crezcamos para ser hombres y mujeres?
¿Alguna vez se han preguntado que van a hacer cuando crezcan? Con toda
probabilidad se casarán y, antes de que sepan dónde se encuentran, serán madres
y padres; y después estarán amarrados a un empleo, o a la cocina, y allí se
Irán marchitando gradualmente. ¿Es esto todo lo que va a ser la vida de ustedes?
¿Se han formulado alguna vez esta pregunta? ¿No deberían formulársela? Si
pertenecen a una familia rica, puede que ya tengan asegurada una posición muy
buena, que el padre de ustedes les proporcione un empleo confortable, o que
tengan un casamiento adinerado; pero van a declinar, a deteriorarse.
¿Entienden?
Ciertamente,
la educación no tiene sentido a menos que les ayude a comprender la vasta
extensión de la vida con todas sus sutilezas, con sus dolores y sus alegrías,
con su extraordinaria belleza. Podrán lograr títulos académicos, podrán tener
una serie de siglas después del apellido y obtener un puesto muy bueno, pero
¿después qué? ¿Cuál es el sentido de todo esto si en el proceso la mente se
embota, se fatiga, se vuelve estúpida? Por lo tanto, mientras son jóvenes, ¿no
tendrían que aspirar a descubrir qué es la vida en su totalidad? ¿Y acaso no es
el verdadero propósito de la educación cultivar en ustedes la inteligencia que
tratará de hallar la respuesta a todos estos problemas? ¿Saben qué es la
inteligencia? Es, sin duda, la capacidad de pensar libremente, sin miedo, sin
fórmula alguna, de modo que puedan comenzar a descubrir por sí mismos aquello
que es real, verdadero; pero si están atemorizados jamás serán inteligentes.
Cualquier forma de ambición, espiritual o mundana, engendra ansiedad, temor;
por lo tanto, la ambición no ayuda a producir una mente clara, sencilla,
directa y, en consecuencia, inteligente.
¿Saben?,
es realmente muy importante que, mientras son jóvenes, vivan en un ambiente
donde no exista el temor. Casi todos nosotros, a medida que envejecemos, nos
volvemos temerosos de vivir, de perder un empleo; temerosos de la tradición, de
lo que pueda decir de nosotros el vecino, o nuestra esposa o marido, temerosos
de la muerte. La mayoría de nosotros tiene miedo, en una forma u otra; y donde
hay miedo no hay inteligencia. Y, ¿no es posible para todos nosotros, mientras
somos jóvenes, estar en un ambiente donde no haya temor sino más bien una
atmósfera de libertad, libertad no sólo para hacer lo que nos plazca, sino para
comprender todo el proceso del vivir? La vida es realmente muy bella, no es la
cosa fea en que la hemos convertido; y sólo podremos apreciar su riqueza, su
profundidad, su extraordinaria belleza, cuando nos rebelemos contra todo ‑contra
la religión organizada, contra la tradición, contra la presente sociedad
corrupta- de modo que, como seres humanos, podamos descubrir por nosotros
mismos lo que es verdadero. No imitar, sino descubrir, eso es la educación, ¿no
es así? Es muy fácil ajustarse a lo que les dicen sus padres, sus maestros o la
sociedad. Es una manera segura y cómoda de vivir; pero eso no es vivir, porque
en eso hay temor, deterioro, muerte. Vivir es descubrir por uno mismo aquello
que es verdadero, y uno puede hacer eso únicamente cuando hay libertad, cuando
existe una constante revolución interna.
Pero
a ustedes no se les alienta para que hagan esto; nadie les dice que cuestionen,
que descubran por sí mismos qué es Dios, porque si se rebelaran se volverían un
peligro para todo lo que es falso. Sus padres y la sociedad desean que vivan
seguros, y también ustedes desean vivir sin riesgo alguno. Vivir así significa
generalmente vivir en la imitación y, por tanto, en el temor. Y el sentido de la
educación es, ciertamente, el de ayudarnos a cada uno de nosotros a que vivamos
libremente y sin temor. Y para crear una atmósfera en la que no exista el
temor, se requiere de muchísima reflexión, tanto de parte de ustedes como del
maestro, del educador.
¿Saben
lo que esto significa, lo extraordinario que sería crear una atmósfera carente
de temor? Y tenemos que crearla, porque vemos que el mundo está atrapado en
guerras interminables; lo conducen los políticos, que siempre están en busca
del poder; es un mundo de abogados, policías y soldados, un mundo de personas
ambiciosas, hombres y mujeres, todas anhelando posición y luchando unas contra
otras para conseguirla. Después están los que se titulan santos, los gurús
religiosos con sus seguidores; también ellos desean poder, posición, prestigio,
aquí o en la próxima vida. Es un mundo insensato, completamente confundido,
donde el comunista lucha contra el capitalista, el socialista resiste a ambos,
y cada cual está en contra de alguien, luchando para llegar a un sitio seguro,
a una posición de poder o de bienestar material. El mundo está desgarrado por
creencias en conflicto, por diferencias de clase o de casta, por nacionalidades
separativas, por todas las formas de estupidez y crueldad -y éste es el mundo en
que se los educa para que encajen en él. Se los estimula para que encajen en la
estructura de esta sociedad desastrosa; sus padres desean que hagan eso, y
también ustedes desean encajar en esta estructura.
Ahora
bien, el propósito de la educación, ¿es ayudarles meramente a que se ajusten al
patrón de este corrupto orden social, o su función es la de darles libertad ‑completa
libertad para crecer y crear una sociedad diferente, un mundo nuevo? Necesitamos
tener esta libertad, no en el futuro sino ahora, o de lo contrario podemos ser
todos destruidos. Tenemos que crear inmediatamente una atmósfera de libertad
para que puedan ustedes vivir y descubrir por sí mismos aquello que es
verdadero, para que lleguen a ser inteligentes y tengan la capacidad de enfrentarse
al mundo y comprenderlo, no simplemente ajustarse a él; para que en lo interno,
en lo psicológico, en lo profundo, se encuentren en constante estado de
rebelión; porque son sólo los que se rebelan constantemente los que descubren
lo verdadero, no el hombre que se amolda, que sigue alguna tradición. Sólo
cuando uno está constantemente inquiriendo, observando, aprendiendo, encuentra
a Dios, la verdad o el amor; y ustedes no pueden inquirir, observar, aprender,
no pueden estar profundamente alertas si tienen miedo. No hay duda, entonces,
de que el propósito de la educación es el de erradicar, tanto interna como
externamente, este miedo que destruye el pensamiento humano, la relación humana
y el amor.
Interlocutor: Si todos los
individuos se rebelaran, ¿no cree usted que habría caos en el mundo?
Krishnamurti:
Primero escuche bien la pregunta, porque es muy importante comprender la
pregunta y no esperar meramente una respuesta. La pregunta es: Si todos los
individuos se rebelaran, ¿no caería el mundo en el caos? ¿Pero es que la
sociedad actual se encuentra en un orden tan perfecto, que el caos sobrevendría
si todos se rebelaran contra ella? ¿No hay caos ahora? ¿Acaso todo es bello,
incorrupto? ¿Están todos viviendo plenamente, en la felicidad, en la abundancia?
¿No está el hombre en lucha contra el hombre? ¿No hay ambición, competencia
despiadada? Por lo tanto, el mundo está ya en caos, eso es lo primero que hay
que entender. No dé por sentado que ésta es una sociedad ordenada, no se
hipnotice a sí mismo con las palabras. Ya sea aquí, en Europa, en América o
Rusia, el mundo está en un proceso de deterioro. Si vemos el deterioro nos
encontramos ante un reto; el reto consiste en encontrar un modo de resolver
este problema tan urgente. Y es importante cómo respondemos al reto, ¿no es
así? Si respondemos como hindúes, o budistas, o cristianos, o comunistas,
entonces nuestra respuesta es muy limitada ‑o sea, que no es respuesta en
absoluto. Uno puede responder plenamente sólo si no tiene miedo, si no piensa
como hindú, como comunista o capitalista, sino como un ser humano total que
está tratando de resolver este problema; y no puede resolverlo a menos que uno
mismo se rebele contra toda la cosa, contra el instinto adquisitivo en que se
basa esta sociedad. Cuando uno mismo no es ambicioso ni codicioso, ni se aferra
a la propia seguridad, sólo entonces puede responder al reto y crear un mundo
nuevo.
El rebelarse, el aprender, el amar,
¿están estos tres procesos separados, o son simultáneos?
Por
supuesto que no son tres procesos separados; se trata de un proceso unitario.
Vea, es muy importante descubrir qué implica la pregunta. Esta pregunta se basa
en la teoría, no en la experiencia; es meramente verbal, intelectual y, por
ende, carece de validez. Un hombre que no tiene miedo, que en verdad se rebela,
que se empeña en descubrir qué significa aprender, amar, un hombre así no
pregunta si éste es un solo proceso o si son tres. Somos muy ingeniosos con las
palabras, y creemos que al ofrecer explicaciones hemos resuelto el problema. ¿Sabe
usted lo que significa aprender? Cuando uno está realmente aprendiendo, aprende
a lo largo de toda su vida, y no hay un maestro especial del cual aprender.
Entonces todo es enseñanza para uno ‑una hoja muerta, un pájaro en vuelo, un
perfume, una lágrima, el rico y el pobre, la sonrisa de una mujer, la
arrogancia de un hombre. Uno aprende de todas las cosas; por lo tanto, no hay
guía alguna, ni filósofo, ni gurú. La vida misma es nuestro maestro, y nos
hallamos en un estado de constante aprender.
Es cierto que la sociedad se basa en
la codicia y en la ambición, pero si no tuviéramos ambición, ¿no decaeríamos?
Esta
es una pregunta realmente muy importante y requiere gran atención. ¿Saben qué
es la atención? Descubrámoslo. Cuando en una clase alguno de ustedes mira
fijamente hacia afuera por la ventana, o le tira del pelo a otro, el maestro le
dice que preste atención. ¿Qué significa eso? Que uno no se interesa en lo que
está estudiando, y entonces el maestro lo obliga a poner atención ‑la cual no
es atención en absoluto. La atención viene cuando estamos profundamente
interesados en algo, porque entonces queremos descubrirlo todo al respecto;
entonces toda nuestra mente, todo nuestro ser está en eso. De igual manera, en
el momento en que vemos que esta pregunta ‑“si no tuviéramos ambición, ¿no
decaeríamos?”- es realmente muy importante, estamos interesados en ella y
queremos descubrir la verdad que encierra. Ahora bien, el hombre ambicioso, ¿no
se está destruyendo a sí mismo? Eso es lo primero que tenemos que descubrir, no
preguntar si la ambición es buena o mala. Miren alrededor de ustedes, observen
a todas las personas que son ambiciosas. ¿Qué ocurre cuando uno es ambicioso?
Está siempre pensando en sí mismo, ¿no es cierto? Es cruel, hace a un lado a
otra gente, porque está tratando de realizar su ambición, está tratando de
convertirse en un gran hombre, y así crea en la sociedad el conflicto entre los
que tienen éxito y los que quedan rezagados. Existe una batalla constante entre
uno mismo y los otros que también van detrás de lo que uno desea. Y, ¿produce
este conflicto un vivir creativo? ¿Comprende, o esto es demasiado difícil? ¿Es
usted ambicioso cuando quiere hacer algo por el propio gusto de hacerlo? Cuando
uno hace algo con todo su ser, no porque quiera llegar a alguna parte, u
obtener más provecho o mayores resultados, sino simplemente porque ama lo que
hace, en eso no hay ambición, ¿verdad? En eso no hay competencia; uno no está
luchando con nadie por el primer lugar. ¿Y acaso la educación no debería
ayudarles a descubrir lo que realmente aman y quieren hacer, de modo que desde
el principio y hasta el final de sus vidas estén trabajando en algo que sienten
que vale la pena y que para ustedes tiene una profunda significación? De lo
contrario, serán desdichados por el resto de sus días. Al no saber lo que
realmente queremos hacer, nuestra mente cae en una rutina en la que sólo hay
aburrimiento, deterioro y muerte. Por eso es muy importante descubrir, mientras
somos jóvenes, lo que verdaderamente amamos, y éste es el único modo de crear
una nueva sociedad.
En la India, como en la mayoría de
los otros países, la educación es controlada por el gobierno. Bajo tales
circunstancias, ¿es posible emprender un experimento como el que usted
describe?
Si
no hubiera ayuda del gobierno, ¿podrá sobrevivir una escuela de esta clase? Eso
es lo que este caballero esta preguntando. El ve que todo el mundo está cayendo
más y más bajo el control de los gobiernos, de los políticos, de las personas
que tienen autoridad y desean moldear nuestras mentes y nuestros corazones para
que pensemos de un modo determinado. Ya sea en Rusia o en cualquier otro país,
la tendencia es hacia el control gubernamental de la educación; y este
caballero pregunta si es posible que una escuela de la clase a que me refiero,
exista sin la ayuda del gobierno. Bien, ¿qué dice usted? Vea, si uno piensa que
algo es importante, que realmente vale la pena, entregará a ello su corazón sin
tener en cuenta a los gobiernos ni a los edictos de la sociedad ‑y entonces
tendrá éxito. Pero casi ninguno de nosotros entrega su corazón a nada, y es por
eso que formulamos esta clase de preguntas. Si usted y yo sentimos vitalmente
que podemos dar origen a un mundo nuevo, si cada uno de nosotros está en
completa rebelión interna, psicológica, espiritual, entonces entregaremos
nuestros corazones, nuestras mentes, nuestros cuerpos, para crear una escuela
donde no exista una cosa como el temor con todas sus implicaciones. Señor,
cualquier cosa verdaderamente revolucionaria es creada por unos pocos que ven
lo que es verdadero y están dispuestos a vivir de acuerdo con esa verdad; pero
a fin de descubrir lo verdadero, tenemos que estar libres de la tradición ‑lo
que significa estar libres de todos los temores.
en
El propósito de la educación, 1992
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DOS DEFINICIONES DE MENTE
"Mente no es solamente el resultado de la interacción del organismo con el ambiente, desde el útero hasta la muerte, sino también el reflejo de la organización básica del universo: la holokinesis, que desde el orden implícito del cosmos, se explicita como materia, mente y energía cósmicos".
Dr. Rubén Feldman González.
Iniciador de la Psicología Holokinética.
Candidato al Premio Nobel de la Paz
http://www.percepcionunitaria.org
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