a Luis Enrique Carrera, en recuerdo de Carlos Pezoa
Véliz
Este
era un poeta que siempre venía
a
tejer ritmos la delicia mía.
Joven,
flaco, terco, raro y solitario,
siempre
pensativo… ¡Un estrafalario!
Un
día de lluvia, muy plácido, sobre
la
piadosa cama de un hospital pobre,
lo
encontraron muerto las monjas –las fieles
hermanas
del triste-. Entre sus papeles
sólo
se halló versos…
Datos a
porfía
pidieron
algunos para la elegía;
pero
nadie supo nada del extinto,
ni
el crítico Pérez, ni el artista Pinto.
Dijeron
las gentes que sería un loco
o
algún pobre diablo que comía poco,
y
filosofaron todos sin recatos:
“¿Murió?;
pues, al hoyo…”. ¡Vaya unos ingratos!
Una
paletada le echó el panteonero;
mudos
emprendieron de vuelta el sendero
los
pocos amigos… Tras la paletada,
nadie
ha dicho nada, nadie ha dicho nada…
en Alma chilena, Carlos Pezoa Véliz, Obras
completas, 2008
No hay comentarios.:
Publicar un comentario