Un
cúmulo de nubes vespertinas.
El
perfume de las flores
En
la obscuridad. Una melodía
Tocada
con arpa acompaña
El
recitado de la poesía. El humo
Se
eleva de los caracteres
De
sello del reloj de incienso.
Cerramos
la puerta corredera
De
seda, bajamos las cortinas de
La
cama y susurramos las
Palabras
que no debe oír nadie
Más.
La luz de la luna fluye
Como
agua. El mundo entero está en
Calma.
Mi joven amante sabe
Leer
mis pensamientos. Riendo,
Lavamos
el maquillaje de
Mi
cara y nos contemplamos en
El
espejo haciendo el amor.
Finales del siglo XIX
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