lunes, abril 09, 2012

Entrevista a Pablo Picasso, de Jerome Seckler

Editada por dscntxt




En las últimas horas de la España leal a la República, Picasso pintó su Guernica, y con esta obra mural se erigió como un poderoso y penetrante pintor de la protesta social. Pero fue la única muestra. Con el tiempo, Francia entró en guerra, pero en los cuadros de Picasso no hubo ni atisbo de la furiosa respuesta en el Guernica. Entonces se produjo el desastre militar francés y la humillante ocupación alemana. Circularon historias desagradables acerca de Picasso. Que vivía bien en París con los alemanes; que colaboraba con la Gestapo, y que ésta, a cambio, le permitía seguir pintando sin molestarle; que vendía falsificaciones a los nazis, obras que firmaba él pero que realizaban sus discípulos, incluso corrió la voz de que había muerto. Desde la liberación de París, Picasso continuó siendo una figura completamente rodeada de misterio y oscuridad. En octubre, inmediatamente después de la liberación, se hizo pública una nota impactante: Picasso se había hecho miembro del partido comunista. Ese mismo mes se organizó en el París liberado una impresionante exposición de arte contemporáneo francés. Una de las salas-compuesta por setenta y cuatro cuadros y cinco esculturas, realizados en su mayor parte durante la ocupación-fue expecialmente dedicada a Picasso. La exposición me sorprendió. Allí estaba el Picasso del Guernica, poderoso, bellísimo, un pintor de la vida y de la esperanza. Me emocionó tanto su trabajo que decidí ir a verle. (…) Le expliqué mi interpretación de "El Marino", que había tenido ocasión de admirar en el Salón Liberación. Le dije que creía que se trataba de un autorretrato -el traje, la red, la mariposa roja, mostraban a Picasso como una persona en busca de una solución para su época, intentando hallar un mundo mejor- y que el uniforme de marinero indicaba su participación activa en el esfuerzo. Me escuchó con atención y finalmente respondió:

Sí, soy yo, pero no pretendía darle ningún significado político.

Le pregunté por qué se había retratado vestido de marinero.
Porque siempre llevo una camiseta de marinero. ¿Lo ve?

(Se desabrochó la camisa y tiró de su ropa interior. ¡Era blanca con rayas azules!)
¿Y la mariposa roja? ¿El color no tiene una intención deliberadamente política?
No en especial. ¡Si es así, será cosa de mi subconsciente!

Pero tiene que tener un significado concreto, lo admita o no. Lo que hay en su subconsciente es resultado de su pensamiento consciente. No es posible escapar de la realidad. (Me observó un instante antes de responder)
Sí, es posible y normal. ¿Es usted escritor?

No, no lo soy. Nunca antes he escrito. Trabajo la madera por vocación. También soy pintor, pero únicamente como distracción, porque de algo tenía que vivir.
Ya, lo comprendo.

¿Tengo su consentimiento para escribir un artículo sobre usted?
Sí. ¿Para qué publicación?.

Para New Masses.
(Sonriendo) Lo conozco. (Lanzó una mirada hacia la puerta abierta. Había varias personas esperándole) Subamos un momento al estudio.

Ascendimos por una escalera hasta el estudio principal, donde en realidad desarrollaba su trabajo. La habitación estaba limpia y ordenada. No tenía la apariencia polvorienta y caótica del cuarto de abajo.

Mucha gente mantiene ahora, debido a su nueva militancia, que se ha convertido en un líder cultural y político para el pueblo, y que su influencia a favor del progreso podría ser tremenda.
Sí, soy consciente de ello.

En Nueva York discutimos su obra con frecuencia, especialmente el Guernica (cedido en préstamo al Museo de Arte Moderno de Nueva York).
Sí, el toro ahí representa la brutalidad; el caballo, al pueblo. En esos casos he recurrido al simbolismo, pero no en los otros.

En uno de sus cuadros de su última exposición había un toro, una luz, una paleta y un libro. El toro, opino, no podía ser otra cosa que la imagen del fascismo; la luz, con su resplandor, la paleta y el libro, son reflejo de las cosas por las que luchamos, la cultura y la libertad. La obra muestra el feroz enfrentamiento que tiene lugar entre ambos.
No. El toro no es el fascismo, aunque sí la brutalidad y la oscuridad. (…) Mi trabajo no es simbólico. Sólo el Guernica lo es, pero en ese caso se trata de una alegoría. Por eso recurrí al caballo, al toro y demás. Esa obra busca la expresión y la solución de un problema, y ése es el motivo de que emplease el simbolismo. Algunos definen como “surrealista” mi pintura de un determinado periodo. Yo no soy surrealista. Nunca he estado fuera de la realidad. Siempre he vivido en su esencia (literalmente, en lo “real de la realidad”). Si alguien desease expresar la guerra tal vez lo más elegante y literario fuera dibujar un arco y una flecha, porque es una imagen estéticamente atractiva. ¡Yo, en cambio, si quisiera representar la guerra emplearía una ametralladora! Ahora es el momento, en este periodo de cambios y revolución, de pintar de manera revolucionaria y no como antes. Vous me croirez?

Comprendo muchas de las obras de su exposición, pero hay unas pocas que no entiendo en absoluto. Me volví hacia un cuadro con un desnudo y un músico que había estado colgado en el Salón de Octubre. Se encontraba a mi izquierda, apoyado contra la pared. Era un lienzo grande y torcido, de alrededor de 1,5 por 2 metros.
No es más que un desnudo y un músico. Lo pinté para mí. Cuando uno contempla un desnudo hecho por otra persona, observa que reproduce las formas de un modo tradicional, y para la gente eso representa un desnudo. Pero yo lo expreso de manera revolucionaria. En ese cuadro no hay ningún significado abstracto. Es simplemente un desnudo con un músico.

¿Por qué pinta de un modo tan difícil de comprender para la gente?
Pinto así porque mi pintura es fruto de mi pensamiento. He trabajado durante años para obtener este resultado y si diese un paso atrás (mientras hablaba, retrocede un paso) sería una ofensa al pueblo, porque lo que hago es coherente con mi pensamiento. No puedo emplear recursos convencionales sólo para darme la satisfacción de ser comprendido. No quiero descender a un nivel inferior. Usted es pintor. Comprende que es prácticamente imposible explicar por qué hace uno esto o lo otro. Yo me expreso a través de la pintura, y no soy capaz de hacerlo mediante palabras. No puedo dar una explicación del porqué he hecho algo de una determinada manera. En mi caso, si realizo un boceto de una mesa pequeña (al instante agarró una para ilustrar sus palabras) percibo cada detalle. Observo su tamaño, su grosor, y lo traduzco a mi modo.

Indicó con una mano el otro extremo de la habitación, donde había un gran lienzo que representaba una silla (también había estado expuesto en el Salón Liberación) y continuó.

Ya ve cómo lo hago. Resulta divertido, porque la gente descubre en la pintura cosas que uno no pone en ella. Hace auténtico encaje de bolillos. Pero no importa, porque es estimulante que las perciban y la esencia de lo que puedan haber visto está, de hecho, en el cuadro.








en New Masses, 13 de marzo 1945








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