jueves, abril 19, 2012

“El suplente”, de Jorge Velásquez







No sabía que el destino tenía un hueso fracturado

es preciso entonces que el rebaño pierda pie y se disperse

Lo llaman ahora al primer equipo

en silencio ha recorrido el campo
                        y como si fuera el último destronque
entrará en la cancha entre compañeros que apenas existen

Lo cierto es que todos buscan la bandada de sus pasos

Sangran llanuras propias
                        reencarnando al ojo que han derrotado

La fatiga debe quedar tendida en el camino –le dicen-
y cabecearás sobre el rescoldo
                        más allá de los ojos de los otros
porque viene con las raíces
de los que nunca alcanzaron a jugar con nuestro espíritu

Siempre habrá un sueño por desatar de la infancia
y el primer escozor de una ortiga cuando se sobrevive

No sabía que el destino tenía un hueso fracturado

Una vez adentro
Debe fintear su propia calavera.




en La iluminada circunferencia, 2006













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