No sabía que el destino tenía un hueso fracturado
es preciso entonces que el rebaño pierda pie y se disperse
Lo llaman ahora al primer equipo
en silencio ha recorrido el campo
y como si fuera el último destronque
entrará en la cancha entre compañeros que apenas existen
Lo cierto es que todos buscan la bandada de sus pasos
Sangran llanuras propias
reencarnando al ojo que han derrotado
La fatiga debe quedar tendida en el camino –le dicen-
y cabecearás sobre el rescoldo
más allá de los ojos de los otros
porque viene con las raíces
de los que nunca alcanzaron a jugar con nuestro espíritu
Siempre habrá un sueño por desatar de la infancia
y el primer escozor de una ortiga cuando se sobrevive
No sabía que el destino tenía un hueso fracturado
Una vez adentro
Debe fintear su propia calavera.
en La iluminada circunferencia, 2006
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