Soneto 26
En el sereno campo de los cielos
entraba el sol, pisando las estrellas
sus caballos flamígeros, y dellas
limpiando el manto de color de celos.
Ya cuanto vive en últimos desvelos
pasaba de su sueño a sus querellas;
sale la abeja entre las flores bellas,
las aves por el aire esparcen vuelos.
Vase en el mundo dilatando el día
en cercos de oro y arreboles rojos,
y en las hojas las perlas del rocío;
mas cuando tan hermoso el sol salía,
anocheció para mis tristes ojos,
porque, como él salió, se puso el mío.
en Rimas, 1609
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