–Motel Esperanza–
a Carmen
Y hay algo que te empuja a frotarte y frotarte
Entre los muslos húmedos.
Oscar Hahn
Otra vez se introyecta en mí,
pistilo a pistilo, órganos inoperantes sobre la bañera
se abren labios sobre un espejo quebrado donde
dos labios que se besan a sí mismos –un poco de Freud–
hablan en quiebros –como los terribles
niños de La pieza oscura de Lihn– ¿Lo has leído?
Mi medusa que parasitando en mí y fuera también
me das golpes de corriente en la ducha
y lo peor te mascullas eso de
el consejillo de ancianas o un tratado medieval
que disocia carne y alma, por eso
has manipulado tu cuerpo al punto de lo ficticio
para que no crezcan como dos naranjas jugosas
tus pechos/ por esa necesidad del padre
y por miedo –y como medio eficaz también– abortar todo
/Incesto
pero has visto cómo crecen las caderas pletóricas
eso un poco reluce –como enviste–
para los foráneos, esos te asaltan en los espacios públicos
–también púdicos–
y la volátil estocada advierte
lo grácil, lo efímero, lo torpe de tu cristiana impostura
respetando
cierto brillo que emerge de tu rostro
angelical que acicalas y ensayas en tu espejo
los domingos para el corpus
la receta/ el folletín/ el kamasutra ilustrado
los aderezos.
en Cuartos de motel, 2008
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