sábado, agosto 13, 2011

"Extraña confesión", de Elin Pelin

Fragmento


Esto molestó al Padre que corriendo tras de él, con una voz encolerizada le gritó -escuche, amigo, esas campanillas... usted no debía atarlas en los pies, no son para colocarlas ahí... ¿lo ha oído? El desconocido parecía no escucharlo. El Padre Nicodim permaneció en la oscuridad de la iglesia vacía. En el exterior, siempre más lentamente, se escuchaban los pasos del desconocido, mezclados con el golpe del bastón y el canto persistente de las campanillas. El sacerdote pensó que quizá este hombre estuviera más cerca de la verdad divina… él habitaba bajo las estrellas.










1929 aprox.











1 comentario:

M. dijo...

tal vez el dulce frufrú del temblor de las estrellas, que Rimbaud escuchaba, sonara como campanillas atadas a unos pasos.