miércoles, marzo 30, 2011

“Estampas de luz. Diario de un condenado a muerte (1941-1942)”, de Enrique Barberá

Mañana del jueves





El patio está desamparado, el robusto cuerpo de Corona ya no llena el pequeño frontón, ni escuchamos los juiciosos razonamientos de Albero ni gozamos de la jovial compañía de Antonio García. Deambulamos por su corto espacio, ociosos y doloridos hasta que la comunicación nos prepara para ahorrar pesares a los nuestros. Paquita hoy está imposible, procuro reanimarla y apenas lo consigo. Estuvo en la puerta hablando con la ya viuda del malogrado Albero y se hizo propio su dolor, por esto la dejo llorar su justificadísimo llanto.

Nuestra pequeña nos contempla muy triste. ¡Pobres hijitos nuestros! A la edad de comer dulces, beben la hiel que se les sirve.





2003















1 comentario:

Ana dijo...

Llevo tiempo buscando este libro ¿Dónde lo puedo conseguir?