El mismo aposento. Ante la gran ventana se ha corrido una persiana verde. Hay una mesa larga para dibujar, cubierta de planos. El joven ESCRIBIENTE —de pelo ahora blancopajizo— en su mesa, ocioso, El HIJO DEL MULTIMILLONARIO, arrimado a la mesa de dibujo.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿Cuánto tiempo ha transcurrido desde entonces?
ESCRIBIENTE: Diecisiete días.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: (Mirando hacia la ventana) Antes, ahí se erguían techumbres abovedadas, y las chimeneas rozaban el cielo, humeando halos ardientes. ¿No sucedía así detrás de la persiana verde?
ESCRIBIENTE: En unos minutos, todo quedó hecho polvo.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿No sucedió eso hace mil años?
ESCRIBIENTE: ¡Nunca olvidaré aquel día!
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿No está hundido, sin embargo, en el pasado demasiado lejos ya de usted?
ESCRIBIENTE: (Le mira, interrogante)
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿No se miró el pelo en el espejo?
ESCRIBIENTE: Estaba nervioso... Alucinado. Sentía cómo todo se iba preparando. Presentí — físicamente— la catástrofe. Era eso peor que lo que, efectivamente, aconteció. ¡Entonces ya tenía yo el pelo blanco!
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: (Haciendo un signo afirmativo) ¡El terror blanco!... Ése nos debía dar el golpe... mortal... para empujarnos mil años adelante... ¿Dice usted diecisiete días?... ¡Diecisiete días de completo descanso y sosiego!
ESCRIBIENTE:(Indiferente) Los obreros persisten en su negativa.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: Tampoco les puedo dar trabajo. La fábrica está a ras del suelo.
ESCRIBIENTE: No empezarán a trabajar antes de que...
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: Hasta que yo lo autorice.
ESCRIBIENTE:(Perplejo) ¿Entonces... aplaza usted la reconstrucción?
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: (Moviendo la cabeza) No la aplazo.
ESCRIBIENTE: Traza usted ya los planos.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: (Reclinado sobre la mesa de dibujo) Mido y pinto...
ESCRIBIENTE: Va siendo urgente la demanda del mundo entero. Se agota la provisión, y dentro de poco... ¡faltará gas!...
HIJO DEL MULTIMILLONARIO:(Incorporándose) ¿No tengo la suerte del mundo en mis manos?
ESCRIBIENTE: Debe usted atender a las exigencias de los obreros... Si no, ocurrirá pronto la catástrofe más tremenda.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: (Se acerca a él y le pasa la mano por el pelo) ¿La llama usted catástrofe? Usted, joven encanecido, usted debiera estar ya alerta. ¡Ya tuvimos aquí bastante susto, cuando todo reventó estrepitosamente! ¿Quiere usted volver al terror blanco? ¿Le tiembla ya otra vez la pluma en los dedos? ¿Sólo es usted escribiente?
ESCRIBIENTE: Tengo mi profesión.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿No le desvía... de algo más interesante?
ESCRIBIENTE: Necesito lo que gano.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿Y si este motivo cesase ahora?
ESCRIBIENTE: Yo... soy escribiente.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿De pies a cabeza?
ESCRIBIENTE: Yo... escribo.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿Por qué ha escrito siempre?
ESCRIBIENTE: ¡Es... mi profesión!
HIJO DEL MULTIMILLONARIO:(Sonriendo) Tan profundamente los ha sepultado. Han caído sobre ustedes las capas de tierra, una sobre otra... Era preciso, pues, que un volcán los empujara hacia arriba... No se hubieran ya levantado. Por la izquierda vienen tres OBREROS.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: (Dirigiéndose a ellos) ¿Han huroneado ya otra vez por los escombros? No he podido enviarles la respuesta. Está aún en germen... Estoy sumido en cálculos y proyectos... ¿Ahí lo ven! Pero puedo darles esperanzas firmes, si me dan un último plazo. ¿Quieren?...
: OBRERO PRIMERO: La excitación...
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: Lo comprendo. Hubo muertos... No me atrevo a pensar cuántas víctimas produjo la catástrofe. (Se lleva las manos a la cabeza) Y, sin embargo, tengo que tenerla ante los ojos. ¡Porque entonces se evidencia mi decisión! ¡Hablen!
OBRERO PRIMERO: Venimos, sencillamente, con la misma exigencia.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: La conozco. Bulle en mi cabeza. La tomé como motivo de mi... (Rápidamente) ¿Debo despedir al ingeniero?
OBRERO PRIMERO: Hoy aún es tiempo.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿Mañana?...
OBRERO PRIMERO: Mañana nos negaríamos a acudir al trabajo por veinte semanas.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿Dejar abandonadas las ruinas?
OBRERO PRIMERO: Así, la fábrica puede en veinte semanas trabajar de nuevo.
OBRERO SEGUNDO: No hay ya en el mundo provisión de gas para más de veinte semanas.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿Por qué debo, en fin, despedir al ingeniero? (Al ver que los OBREROS callan) ¿En qué consiste su falta? ¿Han fallado las instalaciones de seguridad? ¿En un detalle al menos? ¿No funcionaron bien los timbres de alarma? Debo también hacerle a él justicia, si a ustedes les hago una concesión. Nada más justo que eso.
OBRERO TERCERO: Ha explotado el gas.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿Por su culpa? No. La fórmula está bien. Aún ahora.
OBRERO PRIMERO: Se produjo la explosión.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: Según su ley. No según la del ingeniero.
OBRERO SEGUNDO: Él hizo la fórmula.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¡De la más fuerte, nadie es responsable! (Los tres OBREROS se callan)
OBRERO PRIMERO: ¡Debe marcharse el ingeniero!
OBRERO SEGUNDO: ¡Hoy debe quedar fuera!
OBRERO TERCERO: ¡Hoy se debe anunciar su despedida!
OBRERO PRIMERO: ¡Sólo con esta seguridad podremos irnos!
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿Quieren el sacrificio? ¿No es eso? ¿Piensan, con eso, acallar a los muertos que gritan dentro de ustedes? ¿Estrangular el alarido que sacude vuestra sangre? ¿Cubrir el campo de cadáveres con nuevas víctimas? ¿Se empeñan en satisfacer este capricho voluptuoso de resentidos, después de todo el horror sucedido? ¿Será ese el fruto del árbol ardiente que llovió sobre ustedes pez y azufre?
OBRERO PRIMERO: Nos falta aún decir una cosa: no respondemos ya de la actitud de los obreros.
OBRERO SEGUNDO: Hay una levadura que crece, que va creciendo...
OBRERO TERCERO: La erupción se acerca, fatalmente.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO:(Violento) Díganles, pues, a ellos... ¡A todos, a todos! Tienen oídos para oír, y una mente para pensar: Algo hubo que sobrepasó la humana medida. El cerebro del ingeniero calculó hasta el último límite. Detrás de este límite flotan fantasmas sin control. El error lo dictaron desde más allá. ¡La fórmula está bien... y el gas explota!... ¿No lo ven?
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿Cuánto tiempo ha transcurrido desde entonces?
ESCRIBIENTE: Diecisiete días.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: (Mirando hacia la ventana) Antes, ahí se erguían techumbres abovedadas, y las chimeneas rozaban el cielo, humeando halos ardientes. ¿No sucedía así detrás de la persiana verde?
ESCRIBIENTE: En unos minutos, todo quedó hecho polvo.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿No sucedió eso hace mil años?
ESCRIBIENTE: ¡Nunca olvidaré aquel día!
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿No está hundido, sin embargo, en el pasado demasiado lejos ya de usted?
ESCRIBIENTE: (Le mira, interrogante)
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿No se miró el pelo en el espejo?
ESCRIBIENTE: Estaba nervioso... Alucinado. Sentía cómo todo se iba preparando. Presentí — físicamente— la catástrofe. Era eso peor que lo que, efectivamente, aconteció. ¡Entonces ya tenía yo el pelo blanco!
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: (Haciendo un signo afirmativo) ¡El terror blanco!... Ése nos debía dar el golpe... mortal... para empujarnos mil años adelante... ¿Dice usted diecisiete días?... ¡Diecisiete días de completo descanso y sosiego!
ESCRIBIENTE:(Indiferente) Los obreros persisten en su negativa.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: Tampoco les puedo dar trabajo. La fábrica está a ras del suelo.
ESCRIBIENTE: No empezarán a trabajar antes de que...
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: Hasta que yo lo autorice.
ESCRIBIENTE:(Perplejo) ¿Entonces... aplaza usted la reconstrucción?
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: (Moviendo la cabeza) No la aplazo.
ESCRIBIENTE: Traza usted ya los planos.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: (Reclinado sobre la mesa de dibujo) Mido y pinto...
ESCRIBIENTE: Va siendo urgente la demanda del mundo entero. Se agota la provisión, y dentro de poco... ¡faltará gas!...
HIJO DEL MULTIMILLONARIO:(Incorporándose) ¿No tengo la suerte del mundo en mis manos?
ESCRIBIENTE: Debe usted atender a las exigencias de los obreros... Si no, ocurrirá pronto la catástrofe más tremenda.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: (Se acerca a él y le pasa la mano por el pelo) ¿La llama usted catástrofe? Usted, joven encanecido, usted debiera estar ya alerta. ¡Ya tuvimos aquí bastante susto, cuando todo reventó estrepitosamente! ¿Quiere usted volver al terror blanco? ¿Le tiembla ya otra vez la pluma en los dedos? ¿Sólo es usted escribiente?
ESCRIBIENTE: Tengo mi profesión.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿No le desvía... de algo más interesante?
ESCRIBIENTE: Necesito lo que gano.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿Y si este motivo cesase ahora?
ESCRIBIENTE: Yo... soy escribiente.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿De pies a cabeza?
ESCRIBIENTE: Yo... escribo.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿Por qué ha escrito siempre?
ESCRIBIENTE: ¡Es... mi profesión!
HIJO DEL MULTIMILLONARIO:(Sonriendo) Tan profundamente los ha sepultado. Han caído sobre ustedes las capas de tierra, una sobre otra... Era preciso, pues, que un volcán los empujara hacia arriba... No se hubieran ya levantado. Por la izquierda vienen tres OBREROS.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: (Dirigiéndose a ellos) ¿Han huroneado ya otra vez por los escombros? No he podido enviarles la respuesta. Está aún en germen... Estoy sumido en cálculos y proyectos... ¿Ahí lo ven! Pero puedo darles esperanzas firmes, si me dan un último plazo. ¿Quieren?...
: OBRERO PRIMERO: La excitación...
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: Lo comprendo. Hubo muertos... No me atrevo a pensar cuántas víctimas produjo la catástrofe. (Se lleva las manos a la cabeza) Y, sin embargo, tengo que tenerla ante los ojos. ¡Porque entonces se evidencia mi decisión! ¡Hablen!
OBRERO PRIMERO: Venimos, sencillamente, con la misma exigencia.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: La conozco. Bulle en mi cabeza. La tomé como motivo de mi... (Rápidamente) ¿Debo despedir al ingeniero?
OBRERO PRIMERO: Hoy aún es tiempo.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿Mañana?...
OBRERO PRIMERO: Mañana nos negaríamos a acudir al trabajo por veinte semanas.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿Dejar abandonadas las ruinas?
OBRERO PRIMERO: Así, la fábrica puede en veinte semanas trabajar de nuevo.
OBRERO SEGUNDO: No hay ya en el mundo provisión de gas para más de veinte semanas.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿Por qué debo, en fin, despedir al ingeniero? (Al ver que los OBREROS callan) ¿En qué consiste su falta? ¿Han fallado las instalaciones de seguridad? ¿En un detalle al menos? ¿No funcionaron bien los timbres de alarma? Debo también hacerle a él justicia, si a ustedes les hago una concesión. Nada más justo que eso.
OBRERO TERCERO: Ha explotado el gas.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿Por su culpa? No. La fórmula está bien. Aún ahora.
OBRERO PRIMERO: Se produjo la explosión.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: Según su ley. No según la del ingeniero.
OBRERO SEGUNDO: Él hizo la fórmula.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¡De la más fuerte, nadie es responsable! (Los tres OBREROS se callan)
OBRERO PRIMERO: ¡Debe marcharse el ingeniero!
OBRERO SEGUNDO: ¡Hoy debe quedar fuera!
OBRERO TERCERO: ¡Hoy se debe anunciar su despedida!
OBRERO PRIMERO: ¡Sólo con esta seguridad podremos irnos!
HIJO DEL MULTIMILLONARIO: ¿Quieren el sacrificio? ¿No es eso? ¿Piensan, con eso, acallar a los muertos que gritan dentro de ustedes? ¿Estrangular el alarido que sacude vuestra sangre? ¿Cubrir el campo de cadáveres con nuevas víctimas? ¿Se empeñan en satisfacer este capricho voluptuoso de resentidos, después de todo el horror sucedido? ¿Será ese el fruto del árbol ardiente que llovió sobre ustedes pez y azufre?
OBRERO PRIMERO: Nos falta aún decir una cosa: no respondemos ya de la actitud de los obreros.
OBRERO SEGUNDO: Hay una levadura que crece, que va creciendo...
OBRERO TERCERO: La erupción se acerca, fatalmente.
HIJO DEL MULTIMILLONARIO:(Violento) Díganles, pues, a ellos... ¡A todos, a todos! Tienen oídos para oír, y una mente para pensar: Algo hubo que sobrepasó la humana medida. El cerebro del ingeniero calculó hasta el último límite. Detrás de este límite flotan fantasmas sin control. El error lo dictaron desde más allá. ¡La fórmula está bien... y el gas explota!... ¿No lo ven?
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