¡No desmayes jamás ante una guerra
de torpe envidia y miserables celos!
¿Qué le importa a la Luna, allá en los cielos,
que le ladren los perros en la Tierra?
Si alguien aspira a derribarle, yerra
y puede ahorrarse inútiles desvelos;
no tan pronto se abate por los suelos
el escorial que tu talento encierra.
¿Que no cede el ataque ni un minuto?
¿Que a todo trance buscan tu fracaso?
¿Que te cansa de luchar...? ¡No lo discuto!
Mas, oye, amigo, este refrán de paso:
¡Se apedrean las plantas que dan fruto!
¿Quién del árbol estéril hace caso?
Zaragoza, 1842 - Madrid, 1914
1 comentario:
Desconocía este poeta, y por lo que veo pertenecería a la generación realista... una generación bastante maltratada poéticamente... Interesante y aforístico, como alguno de sus compañeros de generación.
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