viernes, julio 16, 2010

"Las estrellas, la nieve, el fuego: Veinticinco años en la salvaje Tierra del norte", de John Haines

Fragmento



La influencia física del paisaje tenía su equivalente dentro de mí. Los senderos que recorría no sólo me conducían hacia colinas y ciénagas, sino también hacia mi interior. A partir del estudio de lo que descubría andando, la lectura y mis pensamientos, llegué a una especie de exploración compartida de mí mismo y de la tierra. Al cabo de un tiempo, ambas cosas se identificaron en mi mente. Con creciente fuerza de algo esencial que se crea a sí mismo a partir de un sustrato ancestral, me vi frente a un apasionado y firme anhelo interior: abandonar para siempre el pensamiento y todas las dificultades que comporta, todas menos los deseos más inmediatos, más directos e inquisitivos. Tomar la senda y no mirar atrás; a pie, en raquetas de nieve o en trineo, hacia las colinas estivales y sus tardías sombras heladas. Una hoguera en el horizonte, un rastro de nieve, mostrarán donde había ido. Dejad que el resto de la humanidad me encuentre si puede.









1989









Contribución a Dscntxt de Germán Hitschfeld









1 comentario:

Anónimo dijo...

Un apasionado anhelo: abandonar para siempre el pensamiento y todas las dificultades que comporta. ¿Cómo llamaba Castaneda a esto? ¿Borrar la historia personal? Sé, y siempre olvido, que no soy mi pensamiento. Y la humanidad no deja de encontrarme y encontrarme en el caótico zoco del pensamiento.