Si la ilusión hubiera sido tarjada de este libro, si mares, hombres y bestias yacieran abatidos para siempre, si clausurado el universo el sufrimiento cesara de ensañarse, aún así la raza humana no se daría por satisfecha. Sin un porvenir auspicioso dejé a mis criaturas, hombres escuálidos y pacientes, cuyos despojos insisten en escribir mi epitafio. No puedo revocar sus aflicciones y llantos. El remordimiento quiso redactar, pero el destino insistió en borrar. Ahora el rencor es el protagonista más poderoso de mi firmamento. Fui amo de los hombres pero nada ya me deben. Parece un despropósito que sus vidas insignificantes prosigan desalojándome entre párrafos fallidos o versos inconclusos, el arte malogrado de este «pequeño dios exiliado de Dios».
en Elogio de la melancolía, 2008
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