Como la cabeza de Macbeth desde lo alto del castillo
como la cabeza de un tirano en el plato que Judith transporta
bajo el brazo como una cartera
como el tronco decapitado de Holofernes en el lecho de Judith
que se da vueltas para indicarlo
como un jet que se estremece en la tormenta y cae pulverizado
por los rayos
como Ícaro desprovisto de alas por sus pretensiones desmedidas
como un suicida que cruza el aire sin conmover a nadie con
su repetida historia
como una mosca que se estrella contra el suelo
así cayó mi cabeza
sin ser tirano
más allá de su presencia
más allá del recuerdo de sus ojos
más allá del corazón y su inteligencia
más allá de sus cenizas
es decir
exactamente en el olvido
como un bote que parece orientarse en la corriente
y sin embargo es dominado.
en revista Hispamérica #9, de febrero de 1975.
Foto de Héctor González de Cunco
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