Antes hubo aquí un rehue y luego una capilla
una misión circular prendida en su propia cruz
Los primeros encomenderos y conquistadores
buscaban la oreja de un hombre desnudo
como trofeo
A un extremo de la cancha colocarían el altar
y en la defensa grandes playas levantadas contra el norte
La victoria no fue sino aniquilación de latidos
bajo la siembra
entonces libre de marcadores
domesticaron el mar y la maleza
Osamentas de plata y oro llevaban sus camisas
La estrategia fue siempre el sembrado de un rosario
las palabras tenían el color de un fruto caído
Plantó aquí la codicia su estandarte
Sólo la muerte jugaría un partido inconcluso
entre los avellanos.
en La iluminada circunferencia, 2006
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