II
Todavía un pozo en una gruta.
Antes nos era fácil extraer estatuillas y adornos
para que se alegraran los amigos que aún nos permanecían fieles.
Rompiéronse los cordeles: sólo las marcas en el brocal del pozo
nos recuerdan nuestra pasada felicidad:
los dedos en el brocal, como decía el poeta.
Los dedos sienten un poco el frescor de la piedra
y el calor del cuerpo la domina
y la gruta juega su alma y la pierde
en cada instante, plena de silencio, sin una gota.
Fragmento segundo del libro Mythistórima (1935).
Traducción de Miguel Castillo Didier.
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