Es imposible describir las caras de los réprobos, si bien es cierto que las de aquellos que pertenecen a una misma sociedad infernal son bastante parecidas. En general son espantosas y carecen de vida, como las que vemos en los cadáveres; pero algunas son negras y otras refulgen como antorchas; otras abundan en granos, en fístulas, en úlceras; muchos condenados, en vez de cara, tienen una excrecencia peluda, u ósea; de otros, sólo se ven los dientes. También los cuerpos son monstruosos. La fiereza y la crueldad de sus mentes modelan su expresión; pero cuando otros condenados los elogian, los veneran y los adoran, sus caras se componen y dulcifican por obra de la complacencia.
Debe entenderse, sin embargo, que tal es la apariencia de los réprobos vistos a la luz del cielo, pero que entre ellos se ven como hombres; pues así lo dispone la misericordia divina, para que no se vean tan aborrecibles como los ven los ángeles.
No me ha sido otorgado ver la forma universal del Infierno, pero me han dicho que de igual manera que el Cielo tiene, en conjunto, la figura del hombre, así el Infierno tiene la figura del Diablo.
Párrafo 553 de De Coelo et Inferno, 1758.
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