
La lluvia pone paraguas
sobre las cabezas de los ciudadanos.
Las miradas resbalan en el suelo,
ignorantes del equilibrio.
Los hilos de las conversaciones se humedecen
y quedan en las aceras sus ovillos mojados.
El telégrafo sin hilos es inútil.
La lluvia es un aparato Morse
sobre los vidrios de las ventanas:
tac, tactac, tac, tac
El cielo y yo cambiamos noticias
por intermedio de los alambres de agua.
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