miércoles, noviembre 26, 2008

"Discurso del caballo de ajedrez", de Juan Cameron




Para Angel Bobba Cabrera


En este cuadro estuve ayer                nada ha cambiado
           estoy allí y no estoy al mismo tiempo
En este cuadro boté a un peón en el mero impulso de saltar
del negro al blanco y del blanco al negro como afuera en los días
En éste mi sombra proyectó al otro y debió despejarse mi camino
pues mi camino iba en un sentido único
                            a salto de mata esquivaba el obstáculo
                            con la vana presencia de mi gesto
En éste estuve altivo y humillado
en éste pasté los días y bebí el más dulce jugo de cebada
Aquí pisé a una dama                 es tan fácil decirlo ahora
pero esa dama mi Dios          ya no era mía

En ese escaque aquel fui iluminado
(me consagré a la luz     vi como iba)
En ese foco el yugo al que confieso pecados palaciegos y mi herida
En ese cuadro negro estuve opaco agazapado fiera sin sentido
y en ese oscuro cuadro me ilumino en casa del saber
           con la pavesa inclinada hacia lo alto
y aquí -justo al lado de aquel donde me veis ahora-
huí al paso de la torre y me fui hacia la otra esquina según mi cabalgar
del blanco al negro y del negro al blanco pero siempre mi vista
           hacia esa meta

No hay nunca un desandar (no volveré a mis pasos todavía)
A veces es un pasto fresco o tibio
a veces el sonido de herradura me hace fuerte en mi andar sobre
           la piedra en la copia feliz del Paraíso

Pero en ese
en ese cuadro de la esquina oscura
maté por la ilusión de defenderme de una clara amenaza ya sabida
por esta desmemoria que me impulsa hacia el otro sentido de la luz:
la sombra iluminada
el blanco oscurecido o la penumbra
porque nada es en sí de un solo tono que absorbe los colores en
                            un fondo
o los lanza hacia el cielo en arco iris
Lo aprendí de mis saltos
                            de este andar discontinuo

Aquí mandé                                                                 allí amé
aquí obedecí                                                        allí fui odiado
y aquí estoy en la cresta de la ola
y en ese (tras de esquivar al vano alfil y su trayecto)
en ese cuadro cerca del noreste
                               atrapé al cabecilla deste truco
Lo arrinconé dudoso de su fuerza
mas no pude seguir
                             soy un herbívoro
y la sangre no cuenta en mi memoria
Lo atrapé mas no pude cazarle
                                no se gana
se observa cada triunfo y la jornada termina simplemente
           en su derrota
para empezar de nuevo
de blanco a negro                   de negro a blanco
como todas las piezas deste juego.










en Versos atribuidos al joven Francisco María Arouet
y otros textos desclasificados
, 1999.









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