LA LÍNEA DIVISORIA
Pienso en lo que sobra detrás de cada pregunta
o de cada hueso en forma de alma,
o en bote a vela por cifras chilena raras,
óleo, Ámsterdam, un rostro cansado de su sexo;
en la patria que me diste en nuestra cama,
en todos esos hijos que lloras cuando duermes:
si vieras las miradas del exilio
entre tanta multitud
gritando “yo creo”
diríamos juntos
que el paraíso está en el bar del frente.
Miro el gris de la calle Venezuela y el humo, oh!,
las tiendas donde los gitanos piden pizzas,
los funerales del padre Bernabé
las encíclicas de Buenos Aires.
Pero más: lámparas a ras del piso,
los cervezas con gusto a diciembre,
cruces en todas las habitaciones,
castillos, inclemencias,
pequeñas estaciones entre el deseo y la miseria,
esa distancia entre la dulzura y el hielo.
MUJER RELINCHANDO EN EL LAGO
Cuando viene esa mujer relinchando por el lago
y quieres ser muerte, quieres ser cariño,
quieres ser terrible,
una que la ve, va y dispara para que esa mujer
no entre relinchando al diositoteamo,
ni pueda influír en las demás mujeres
Y ESTAS A SU VEZ RELINCHEN Y SUBAN
AL LAGO COMO SI FUERA EL TECHO DE SUS CASAS.
Y desde allí, cambien de color, y digan sí a moribundos,
y anuncien la nueva tempestad como ciertos evangélicos
en las esquinas de los pueblos,
y sigan relinchando para que la escuchen
las piedras y las olas, y las cosechas vivan con su relincho
y todo el universo empiece a relinchar enloquecidamente,
y del monte relinchos, del mar relinchos,
de las ciudades relinchos
y por la avenidas las mujeres ya no muestren sus muslos
ni sus escotes sino relinchos adornados
por capas de agua y paraguas llenos de relinchos.
Y al verlas de ese modo, quieras ser
cállate:
quieras ser
Ratón;
quieras ser parte – parte,
Y una que la ve, VA.
2006
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