My dreams are of a field afar
And blood and smoke and shot
A. E. Housman.
En el mes de los zorros
En el mes de los días de sol frío
Los ancianos que habían abandonado sus ojos a las
tinieblas vieron a las montañas ebrias
mirarlos fijamente y luego disolverse
como relojes de arena.
Es otro sol el que se anunció con el ruido reluciente
de los cuchillos en la cocina
que despertaron buscando las gargantas de las aves
de los brezales.
El pozo familiar cerró su boca
acallando las ranas parientas de aquellas con que
jugábamos con los rústicos en las cantinas.
Y llegaron las hechiceras a reanimar los fríos
braseros de la nevazón de los ciruelos.
Quién nos devolverá los amigos muertos
ese mes de los zorros y los días de sol frío
después que los ancianos olvidaron sus juegos en el
pozo y hundieron sus cuchillos
en la garganta de los pájaros descubridores de la
ventana por donde no entra la noche.
Quién nos devolverá
esa calle que ahora los ancianos vigilan airados
porque no pueden extirpar la zarza de ardientes raíces,
porque el viento mueve las hojas del bosque
predicando esperanza
mientras las hechiceras remueven en sus calderos
la sangre de sus víctimas que beben friolentas
porque ningún sol cantará en sus oídos.
Grande fue nuestra caída
bajo la burla de los zorros y el sol frío
deslumbrados por las hechiceras de grandes pechos blancos.
Insomnes oíamos el rechinar de la horca,
nuestro amigo el grillo no cuidaría nuestras tumbas.
Pero las hechiceras nada pudieron
contra el ciruelo inmaculado de la casa que incendiaron
y sus pétalos caídos formaron la alfombra
que enviaremos a los viajeros inesperados del retorno
mientras los ancianos de nuevo se hundirán
en un pozo que el cielo no conoce
sin dejar una sombra que legar a sus nietos que sólo
se acordarán de nosotros que nunca
dejamos de escuchar a los bosques secretos
predicando libertad con cada una de sus hojas.
en Para un pueblo fantasma, 1978.
Fotografía: Raúl Álvarez V.
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